Historia de Siuna, Nicaragua,
(1905-2009)1

Benjamín Jastrzembski2

Resumen


En este artículo se presenta la versión narrativa de la historia de tres períodos del pueblo minero de Siuna, empezando con el descubrimiento de oro a finales del siglo diecinueve, siguiendo con la época de las compañías norteamericanas que controlaban la mina (1905-1979), y ha concluido con la Revolución Sandinista, la guerra civil de los ochentas, y la postguerra. La historia se basa en la revisión de la literatura disponible, en la investigación de archivos y en las entrevistas a miembros de la comunidad, que se realizaron con un corte transversal de 2008 - 2009. La investigación concluye que, a pesar de su aislamiento, Siuna, debido a su oro, ha jugado un papel importante, y tal vez no bien reconocido, en la historia de Nicaragua.


Palabras clave: oro, minería, Costa Caribe; Triángulo Minero; La Luz y Los Angeles Mining Company.

Summary


This article presents the narrative version of the history of three periods of the mining town of Siuna, beginning with the discovery of gold at the end of the nineteenth century, following with the era of the North American companies that controlled the mine (1905-1979), and it concluded with the Sandinista Revolution, the civil war of the eighties, and the postwar period. The story is based on the revision of literature, archival research and interviews with community members, which was conducted with a cross-section study from 2008-2009. The research concludes that despite its isolation, Siuna, due to its gold, has played an important role in Nicaragua’s history, although it is not well recognized.


Keywords: Gold; mining, Caribbean Coast; Triangulo Minero; La Luz and Los Angeles Mining Company.

Introducción


Siuna es un pueblo con una población urbana en el 2005 de 10,000 personas3, ubicada en las montañas del interior de Nicaragua, aproximadamente 240 kilómetros al noreste de la capital de Managua y 154 kilómetros al oeste del puerto caribeño de Puerto Cabezas (INEC, 2005, p. 65). Siuna y los pueblos de Rosita (46 kilómetros al este) y Bonanza (38 kilómetros al noreste) forman el Triángulo Minero de Nicaragua. A finales del siglo diecinueve, el oro fue descubierto en Siuna, un acontecimiento que moldeó al pueblo desde entonces. De acuerdo con la historia, Siuna fue una zona de conflictos, donde diversos actores compitieron para lograr el control del oro, mineral precioso que se encontraba en las profundidades y bajo las colinas.

Hoy, la minería ha terminado. El pozo se ha inundado. El comisariato de la compañía se quemó hace mucho tiempo. La ganadería ahora domina la economía de Siuna, y las discusiones en el mercado en su mayor parte son alrededor de los precios de la leche y la carne de res; pero, no del oro. La mayoría de las personas de Siuna, ponen poca mente a las ruinas de concreto y la laguna tóxica que son reliquias desde la era de la minería. El significado de las ruinas sólo emergió con la información que proporcionaron la gente más anciana en el 2008 y 2009. Ellos contaron la historia de las personas atraídas por el oro de Siuna. Como el caso de los comerciantes chinos, los trabajadores miskitus que se afanaron en la profundidad de la mina, y un ambicioso supervisor americano, de quien se dice, hizo un pacto con el Diablo para llegar a ser rico.

Metodológicamente esta versión de la historia de Siuna, se basa en la revisión de la literatura disponible, en la investigación de archivos y en las entrevistas a miembros de la comunidad, que se realizaron en 2008 - 2009. Se narra la historia de este pintoresco pueblo minero, de una forma, que hasta ahora no ha sido contada.

Desarrollo


Antes del oro


Aislada en el interior de Nicaragua, Siuna estaba menos integrada en el sistema colonial, que las más accesibles costas del Pacífico y del Caribe. Al oeste, los españoles establecieron su colonia en la región del Pacífico en el siglo dieciséis, pero nunca lograron asegurar un punto de apoyo en el interior del noreste, donde Siuna está ubicada (Bourgois, 1981, p. 28; Perez-Brignoli, 1989, p. 37).

Al este de Siuna en la Costa Caribe, en el siglo diecisiete, los británicos forjaron una alianza con el pueblo indígena mískitu, con el propósito de desafiar el control español del istmo. (Hale, 1994, pp. 38-39; Sollis, 1989, pp. 483-484). Con el soporte de sus patrocinadores británicos, el pueblo miskitu se convirtió en una fuerza militar efectiva e hicieron incursiones en lugares tan lejos como Trujillo, Honduras en el norte y Bocas del Toro, Panamá, en el sur. Batallaron contra la dominación española y apoyaron a los británicos por atacar periódicamente a colonos y fortalezas españolas. Los esfuerzos conjuntos de los miskitu y los británicos aseguraron que el Caribe se mantuviese, en gran medida, independiente del Pacífico de Nicaragua hasta 1894 (Bourgois, 1989, p. 27; Hale, 1994, p. 39; Sollis, 1989, p. 484).

Aunque Siuna tuviera poco contacto directo con los británicos o españoles, su presencia tuvo un impacto. Los ataques de los miskitu probablemente empujaron a un segundo grupo indígena; los mayangnas, de la Costa Caribe al área de Siuna. Estos pueblos fueron los habitantes principales de Siuna cuando comenzaron las explotaciones mineras (Cunningham & Barbeyto, 2001, pp. 45-50). Hoy, los mayangnas continúan hablando sus propios lenguajes y viven en la comunidad de Sikilta dentro de la municipalidad de Siuna, y en otras comunidades del triángulo minero de Rosita y Bonanza (Rinne, 2006, p. 137; Von Houwald, 2003, pp. 84-88)


José Aramburó y los primeros días de la minería en Siuna


El oro atrajo atención a Siuna por primera vez a finales del siglo IX y a inicios del siglo XX, fue el incremento de aventuras estadounidenses en la minería del oro, tala forestal, caucho y plantaciones de banano en el litoral del Caribe nicaragüense (Gismoudi & Mova, 2002, p. 852; Hale, 1994, p. 39; Solís, 1989, p. 486). La más antigua evidencia escrita de la minería del oro en el área de Siuna, se encontró en un artículo publicado en 1891 en el periódico estadounidense New York Times. En él se identificó a Paul Renner, Gusta Schultz y el señor Aramburó como los descubridores de “varias minas de oro” a lo largo del río Prinzapolka (New York Times, 1891).

El artículo narra que las minas contenían pedazos de oro tan grande como su dedo y piezas planas tan grande como un huevo (New York Times, 1891). También describe la dificultad del viaje a las minas, viajando río arriba sobre el río Prinzapolka del Caribe: el viaje a las minas es atroz y ha disuadido la búsqueda de los tesoros. Es difícil concebir los peligros que deben ser pasados. Primero hay un viaje de cuatro días en canoa río arriba hacía los rápidos. Estos últimos son estupendos, y se toma cuatro días de cuidadoso y constante trabajo para cruzarlos. Entonces el atrevido buscador de oro es confrontado con la jungla tropical, así de espeso que cada paso debe ser atravesado con machetes4 (New York Times, 1891).

Los tres cateadores (personas que buscan el oro) aparentemente ya habían estado en el trabajo por algún tiempo, porque el artículo explica que demoraron de “8 o 10 años” para exportar el oro fuera de la selva. Los cateadores planearon instalar un molino procesador del oro trayendo las partes en pequeños botes río arriba y ensamblando el molino en los campamentos mineros (New York Times, 1891). Aunque este artículo no menciona específicamente el campamento de Siuna, otras fuentes indican que José Aramburó fue el primer minero en Siuna5 (García Izaguirre, 1998, p. 7; Scorey, 1920, p. 6) y en Wünderich (1989), se explica, que Siuna en la década de 1890, fue solo un campamento minero entre muchos en el área: Las Minas, La Luz y Bonanza eran solamente dos de las numerosas minas que, desde 1890 en un breve período, habían surgido en la parte alta de los ríos Prinzapolka, Bambana y Waspuk.

Según la leyenda contada en Siuna, Aramburó inició la búsqueda de oro después de haber visto a un mayangna usar una plomada de oro para pescar6. Se dice que una mayangna llamada Seuna reveló a Aramburó la localización del oro de Siuna a cambio de la libertad de su esposo preso en el pueblo Caribe de Bluefields7 (García Izaguirre, 1998, pp. 5-6). Una fuente alternativa sugiere que la mayangna originalmente mostró a Gusta Schultz en vez de Aramburó la localización8, 9, del oro (Hermana María del Rey María 1968, pp.18-19; Archivos de Thayer Lindsley 1915, p. 10).

En estos primeros días, había explotadores quienes trabajaron independientes de la Compañía, como güiriseros. La Compañía se volvió más organizada en los años posteriores y se prohibió tal aprovechamiento en sus concesiones, por lo que creció y abarcó una gran área (La Luz Mines Limited, 1940, pp.10-11; Hermana María del Rey, 1968, p. 18).

Un siuneño de edad dijo que durante estos primeros años, el oro fue tan abundante se encontraban las pepitas en los drenajes de las calles después de las tormentas. Según la memoria de una monja americana Mariknoll y una entrevista en el 2009 con un minero jubilado, cuentan que los propietarios les daban a los trabajadores viejas latas de avena Quaker y querosén para llenarlas con oro (Hermana María del Rey, 1968, p. 19).

A pesar de la riqueza de las concesiones, los primeros trabajadores de la mina fueron desesperadamente pobres, muchos llegaron esperando hacerse ricos; pero, en cambio encontraron las mejores concesiones ya bajo el control de los capitalistas tal como José Aramburó. A estos recién llegados de occidente de Nicaragua no les quedó nada más que trabajar para los dueños de las concesiones. Se exacerba el problema de sueldos bajos y la dependencia a los comerciantes que cobraron precios desorbitados por la comida y la ropa, también producto del alto costo del transporte y la limitada producción agrícola local. Frecuentemente los trabajadores se endeudaron con los comerciantes (Wunderich, 1989, p. 52).

Las personas mayangnas que habitaron Siuna no pudieron aportar su opinión sobre el desarrollo de la minería de oro en su tierra. Como los mineros, los mayangnas llegaron a estar endeudados con los comerciantes, por la compra de bienes comerciales como herramientas, tela, alcohol y la comida. Las deudas obligaron a algunos mayangnas a trabajar para la Compañía minera para pagar a los comerciantes (Wünderich 1989, pp. 50-51). Wünderich (1989) sucintamente explica que los mayangnas llegaron a ser el grupo más marginado en la región minera emergente: “los sumos sufrieron continuas vejaciones por parte de los recién llegados y se encontraron, sin quererlo, en el escalón más bajo de una sociedad de clases que nunca habían conocido” (Wünderich, 1989, p. 51).

El primer dueño de mina, José Aramburó, logró su sueño de construir un molino para procesar el oro en Siuna. El primer molino en Siuna que trituró el mineral para procesar funcionó a vapor (archivos de Tonopah Mining Company, 1938). Él formó a una compañía, La Luz and Los Angeles Mining Company, y en 1897 él empezó la extracción formal de depósitos aluviales y el procesamiento de la mineral (la broza) por medio de la amalgamación oro-mercurio (Scorey, 1920, p. 6).


La Luz and Los Angeles Mining Company y el presidente Zelaya


En 1905, un grupo de capitalistas de Pittsburgh compraron la mina de oro de Aramburó10 (Scorey, 1920, p. 6). La mina permanecería en manos extranjeras hasta el triunfo de la Revolución Popular Sandinista de 1979. Poco después de que el grupo de Pittsburgh compró la mina, Siuna fue empujada al centro de la política nicaragüense cuando el Presidente José Santos Zelaya, propuso anular la concesión de la compañía en 1909. Zelaya fue progresivamente hostil hacia la inversión estadounidense desde que Panamá había sido elegida sobre Nicaragua para el sitio del canal transoceánico en 1903. También Zelaya se volvió frustrado con negocios de los Estados Unidos que vendieron bienes importados libres de impuestos para el uso de compañías en el mercado abierto y que fallaron en completar proyectos de infraestructura que habían prometido, como la construcción de las líneas férreas (Gismoudi & Mouat, 2002, pp. 853-859).

Por su parte, a las compañías de los Estados Unidos en la región caribeña de Nicaragua les desagradó los aumentos de impuestos hechos por Zelaya y sus monopolios en suministros importantes, como la carne y la dinamita. Los hombres americanos de negocios prefirieron la libertad con la cual habían funcionado delante de Zelaya. Fue tan reciente como 1894 que Zelaya ocupó Bluefields y derrocó al gobierno independiente de la Reserva Mosquitia que previamente había controlado la región caribeña de Nicaragua (Gismoudi & Mouat, 2002, pp. 849-854; Hale, 1994, pp. 41).

El grupo de Pittsburgh actuó agresivamente para proteger del presidente Zelaya su inversión en Siuna. En octubre de 1909, La Luz and Los Angeles Mining Company (Compañía Minera de La Luz y Los Ángeles) respaldó una rebelión en contra de Zelaya. William Alder, un accionista de la compañía, envió un barco lleno de armas de Nueva Orleans para Bluefields para armar la rebelión. El nicaragüense Adolfo Díaz y la Secretaría de la Compañía, recaudó USD $600,000 dólares para el esfuerzo. El estadounidense Leonard Groce, el gerente de la mina, incluso se alistó en las fuerzas rebeldes. Groce fue capturado sembrando minas en el río San Juan para los barcos de Zelaya. Zelaya decidió ejecutar a Groce y un segundo prisionero americano el 16 de noviembre de 1909 (Gismoudi & Mouat, 2002, pp. 866-867; Langley & Schoonove, 1995, pp. 82-88).

Como explican Langley y Schoonover (1995), el hecho de que el gobierno de Zelaya ordenara la ejecución de dos soldados estadounidenses, avivó el apoyo del pueblo americano para la rebelión, y más mercenarios de Nuevo Orleans y del Canal de Panamá acudieron en gran numeró a las filas de los rebeldes (pp. 91-92). El 1 de diciembre de 1909, el Secretario de estado de los Estados Unidos Philander Knox dio un golpe fatal al gobierno de Zelaya. En su famosa “nota Knox” dirigida al encargado de negocios de Zelaya en Washington, Knox anunció la desunión de las relaciones diplomáticas entre su gobierno y de Zelaya, llamando a Zelaya “una mancha en la historia de Nicaragua” (Gismoudi & Mouat, 2002, p. 864; Nearing & Freeman, 1925, p. 153).

La decisión de Knox de terminar las relaciones diplomáticas con Nicaragua no era una reacción caprichosa a la ejecución de los dos rebeldes americanos capturados en el río San Juan, pero sí se trataba de una forma de respuesta a las ambiciones regionales de Zelaya, quien aspiraba a unir Centroamérica bajo su dirección y asociarse con los japoneses o los británicos para construir un canal inter-oceánico por Nicaragua, lo cual sin duda significaba amenaza para la supremacía en el Caribe y Centroamérica gozada por los EE.UU después de la Guerra Hispano-Estadounidense (Alambrista, 2011, p. 18). Además, La Luz and Los Angeles Mining Company presionó a Knox que cortara las relaciones diplomáticas. Tal y como lo explican Gismoudi y Mouat (2002), Knox nació en Pittsburgh y fue abogado corporativo en dicha ciudad. Henry Fletcher quien trabajó como un diplomático para el Departamento de Estado, de lo cual Knox era jefe, era el hermano de Gilmore Fletcher presidente de La Luz and Los Angeles Mining Company. Obviamente, Knox conocía bien a los dueños de las compañías mineras en Pittsburgh11.

Durante 1909 los inversionistas de Pittsburgh cabildearon a su aliado en Washington, para proteger su concesión minera (Gismoudi & Mouat, 2002, pp. 846-878). La influencia de La Luz and Los Angeles Mining Company en la política extranjera de Knox en Nicaragua ejemplifica la "Diplomacia del dólar" del Secretario Knox y del Presidente Taft en que la acción militar fue considerada justificable para defender los intereses de los negocio americanos en el extranjero (Nearing & Freeman, 1925, pp. 162-165; Walker, 2011, p. 19).

Sólo días después de que Knox cortara las relaciones diplomáticas, Zelaya dejó la Presidencia y designó un partidario en su lugar. Poco después, los Estados Unidos forzaron al designado de Zelaya a que renunciara también, y se ubicó en su lugar a los líderes de la rebelión que habían apoyado. El indicado fue Adolfo Díaz, como uno de esos líderes. Antes Adolfo Díaz había sido contador y secretario en La Luz and Los Angeles Mining Company; luego en Mayo de 1911 se convirtió en presidente de Nicaragua (Gismoudi & Mouat, 2002, pp. 869-871; Langley & Schoonover, 1995, p. 112).

El presidente Díaz aseguró la concesión de la minería de oro en Siuna a los extranjeros y aun siendo presidente el continuó recibiendo un sueldo mensual de $100 dólares de La Luz and Los Angeles (Gismoudi & Mouat, 2002, p. 874). Su gobierno también puso en orden una serie de préstamos para el gobierno nicaragüense otorgados por bancos americanos. Estos préstamos dieron a los bancos y al gobierno de los Estados Unidos control de las finanzas del Estado nicaragüense, la colección de impuestos y los ferrocarriles (Nearing & Freeman, 1925, pp. 162-165; Walker, 2011, p. 19).

En Julio de 1912, el enojo alrededor de la amenaza a la soberanía nicaragüense, produjo una rebelión contra el presidente Díaz. Solamente con la intervención del ejército americano logró Díaz mantenerse en el poder. A lo inmediato en agosto de 1912, marines americanos aterrizaron en Nicaragua y rápidamente acabaron con la rebelión (Nearing & Freeman, 1925, p. 164). Los Estados Unidos continuaron ocupando Nicaragua hasta 1933 (con un retiro breve durante unos meses en 1925). Desearon proteger bancos y negocios americanos, pero lo más importante era dominar a Nicaragua porque era un país estratégico para los intereses de los Estados Unidos. Una Nicaragua dócil era mejor para los americanos.


La Luz and Los Angeles Mining Company y el General Sandino


Con un gobierno instalado y protegido por militares americanos, La Luz and Los Angeles Mining Company continuó sus operaciones mineras en Siuna. Aunque la situación política ya no amenazaba inmediatamente a la mina, la lejanía de Siuna, continuaba representando un desafío. La Compañía fue obligada a enviar el combustible y otros suministros más de cien millas desde la Costa Caribe por el río Prinzapolka, en barco (Gismoudi & Mouat, 2002, p. 859; Plecash & Hopper 1963, p. 624; Scorey, 1920).

Un reporte de 1920, según el relato de viejos residentes de Siuna, expone que la Compañía empleaba bueyes, así como mujeres nativas para trasladar suministros de los muelles de las comunidades de Wany y Amparo, a cinco millas desde el río Prinzapolka hasta la mina. Las condiciones de trabajo bajo las cuales más o menos cien empleados trabajaban, eran severas, se reporta que las mujeres cargaban bultos de ochenta libras de peso por solo dos dólares la tonelada por milla (New York Time, 1982c; Scorey, 1920).

En 2008-2009, según entrevista a Juan Blanco, un minero jubilado de 95 años de edad y nativo de Siuna, quien tenía memorias de la época de la minería de los años 20. Él recordó que Adolfo Díaz vino en barco de Bluefields para visitar a Siuna e inspeccionar las minas. Blanco describió a Adolfo Díaz como un hombre bajo, rotundo, bien vestido, quien era dueño de dos pequeños molinos en Siuna, usados para triturar el mineral (la broza)12. Blanco explicó que en ese tiempo, Siuna no era más que un pequeño campamento minero macheteado de la selva.

En 1928, Siuna se convirtió otra vez, en el punto de conflicto en las tumultuosas relaciones entre Nicaragua y los Estados Unidos, cuando Augusto César Sandino saqueó la mina. Sandino era líder de una sorprendemente exitosa guerrilla para expulsar a los marinos de Estados Unidos que ocupaban Nicaragua. Sandino era un nacionalista, de quien la principal queja era que la ocupación estadounidense había violado la soberanía nicaragüense (Walker, 2011, p. 22). Sandino habitualmente apuntaba a las corporaciones poseídas por dueños estadounidenses, ya que ellas simbolizaban, lo que él vio como una presencia colonial americana (Macaulay, 1967). Las minas La Luz y Los Ángeles en Siuna, eran un blanco particularmente atractivo para Sandino, por haberse dado cuenta del involucramiento de la Compañía en el derrocamiento de Zelaya (Gismondi & Mouat, 2002, pp. 845-846). Macaulay (1967), escribe que “según uno de sus admiradores, Sandino estaba obsesionado con la idea de arremeter contra estas minas americanas, porque las consideraba el origen de muchos de los problemas de su país”13 (p. 119).

En la noche del 12 de abril de 1928, los guerrilleros sandinistas inesperadamente arribaron a Siuna. Inmediatamente entraron el comedor de la Compañía, donde botaron a los mineros y se comieron su cena (Denny 1928b; New York Times, 1928c). Los guerrilleros procedieron a saquear las instalaciones de la mina y el pueblo, robando dinero, oro, mercancías y animales (New York Times, 1928c). Los asaltantes capturaron a cinco trabajadores extranjeros, uno de los cuales murió de malaria en cautiverio (New York Times, 1928a). Antes de retirarse a la selva, Sandino destruyó espectacularmente el plantel usando veinticinco cajas de dinamita de la misma compañía (Plecash & Hopper, 1963, p. 624; Wünderich, 1989, p. 46).

Al menos un comerciante chino recibió una nota de los sandinistas, prometiéndole un reembolso de los bienes confiscados. El periódico estadounidense, The New York Times, en 1928 reportó que tales pagarés, distribuidos por los sandinistas, ordenaron que el Presidente Calvin Coolidge pagara los daños (Denny, 1928c; Wunderich, 1989. p. 47). Se dice que el comerciante chino obedientemente guardaba la nota promisoria. Con el triunfo de los sandinistas modernos en 1979, después de una generación en 1979, el comerciante esperó ser finalmente reembolsado por sus productos del año 1928, pero nunca recibió su dinero.

Juan Blanco, recordó lúcidamente esta impresionante explosión que esparció metal y tumbó los árboles. Una segunda residente antigua de Siuna, dijo que ella fue informada que el Sr. Brown, el cajero de la compañía, se escondió cerca durante el ataque con el dinero, y después distribuyó el dinero entre los residentes más pobres de Siuna. Esta historia se corrobora en parte por un artículo del periódico estadounidense The New York Times, donde se publicó una crónica del ataque: “Tan grande fue la explosión en La Luz, que está dentro del distrito Prinzapolka, que los árboles a más de a una milla de distancia estaba arrancados y derribados. Brown, quien había visto a los rebeldes acercándose, estaba escondido en la maleza, esperando que los rebeldes se fueran, cuando la explosión terrífica ocurrió14 (New York Times, 1928b).

Después de destruir el plantel, Sandino escribió una carta el 29 de abril para el gerente de La Luz and Los Angeles Minig Company: “Tengo el honor de participarle que en esta fecha, su mineral ha quedado reducido a cenizas por disposición de este mando para hacer más tangible nuestra protesta por la invasión bélica que su gobierno ha hecho en nuestro territorio sin más derecho que el de la fuerza bruta” (Ramírez 1980, p. 192). El gerente de la mina descubrió la carta en las ruinas cuando él regresó a examinar el daño con un capitán de los marines de los Estados Unidos (Denny, 1928c).

Por todos los recuentos disponibles, el asalto Sandinista dio miedo en vez de inspirar el orgullo nacionalista entre los residentes de Siuna. Juan Blanco recordó que los residentes huyeron a las colinas mientras que los Sandinistas atacaron el pueblo: “No podríamos pasar la noche en nuestras casas, tuvimos que pasar la noche en las colinas. Durante el día en las casas, durante la noche en las colinas.” The New York Times también reporta que los residentes huyeron del ataque guerrillero (Denny, 1928b; New York Times, 1928b). Dos asaltos adicionales en 1930 y 1931 por el general de Sandino, Pedro Altamirano, con apodo Pedrón, indudablemente empeoró la atmósfera de miedo (Macaulay, 1967, pp. 201-220; The New York Times, 1930). Se acuerda de Pedrón siendo particularmente cruel: “Solamente la visión de su forma gigantesca y oscura fue suficiente para inspirar el terror” (Macaulay, 1967, p. 129).

Tres siuneños recordaron que parientes mayores de ellos les contaron que Pedrón no fue revolucionario, sino meramente un “asesino.” Ciertamente, Pedrón no fue nada más que un bandolero con pistola antes de que su asociación con Sandino le convirtiera en revolucionario (Macaulay, 1967, pp. 128-129). En 1930, Pedrón persiguió a un juez de Siuna, Remigio Pinel Padilla, forzándolo esconderse en la jungla alrededor de La Cruz de río Grande. Después de evadir a Pedrón, Pinel regresó a Siuna padeciendo de una seria infección del pulmón. Se dice que se curó porque oró a un crucifijo del Señor de Esquipulas (Jarquín & Altamirano, 2003). El crucifijo del Señor de Esquipulas aparentemente había sido traído a Siuna en 1908 por una piadosa madre soltera que vendió pequeños bienes de un bolso de cocodrilo. Los católicos en Siuna, hoy en día, continúan venerando el crucifijo (Hermana María del Rey, 1968, p. 22). Juan Blanco resumió que en los años siguientes al asalto de Sandino: los bandidos vinieron a matar y robar.

Según La Luz and Los Angeles, el ataque de 1928 costó a la compañía USD $ 2 millones de dólares en daños (Denny, 1928a). El asalto también ocurrió en un tiempo inoportuno. Para cuando se terminó la guerra en Nicaragua, la economía mundial estaba en medio de la Gran Depresión, por lo que fue más difícil financiar las reparaciones. En los primeros años de 1930, La Luz and Los Angeles Mining Company continuaba controlando las operaciones mineras, pero la producción funcionaba en capacidad baja, incluso a veces se suspendía la operación (New York Times, 1936; archivos de Tonopah Mining Company, 1938). Comenzando en 1934, Adolfo Díaz dirigió esfuerzos en la compañía para reanudar la producción rentable, pero no tuvo éxito (MacLeod, 1998). La Luz and Los Angeles fueron incapaces o desinteresadas en explorar más para determinar si más inversiones en infraestructura y equipo sería lucrativo (archivos de Tonopah Mining Company Records, 1936).

En 1936, Tonopah Mining Company of Nevada (que tenía su oficina central en Philadelphia, Pennsylvania) y Ventures Limited of Toronto compró dos años de opción en la propiedad de La Luz y Los Ángeles (archivos de Tonopah Mining Company, 1936.). Una de las primeras personas que visitó Siuna en esta nueva aventura fue el ingeniero Williams McDonald15. El 11 de marzo de 1936, McDonald escribió una carta al vicepresidente de Tonopah Mining Company desde Bragman’s Bluff Lumber Company en Puerto Cabezas. Aunque McDonald fue impreciso en decir que había poca posibilidad de beneficio del oro en Siuna, su carta brindó una idea de la atmosfera deprimida en Siuna en ese tiempo.

Regresé ayer de La Luz… me pareció que en La Luz ya se acabó el oro […] no creería que habría cualquier beneficio invirtiendo en el proyecto […] Hay mucha confusión y conflicto entre las autoridades en el trabajo, debido en gran parte de la idea de control remoto de Sr. Fletcher. Adolf (sic) Díaz va a regresar el 19 y posiblemente va hacer algunos cambios en la gerencia de La Luz […] teníamos una amenaza leve de bandoleros en La Luz, ellos reforzaron el destacamento de la Guardia y advirtieron, pero no pasó nada. Ha tenido una visita muy agradable hasta ahora, una rociadura de piquetes de un insecto rojo muerde y una transpiración del Diablo siendo las únicas dificultades. La Luz fue una misión afortunada para uno que visita por primera vez este país16 […] (Archivos de Tonopah Mining Company, 1936).

El transporte aéreo hizo que el viaje de McDonald a Siuna fuera más rápido y cómodo comparado con los años anteriores, cuando se hizo a través de las selvas y del río Prinzapolka. De pronto la introducción del transporte aéreo revolucionaría al pueblo.

Después de invertir en un proyecto de exploración de dos años, lo que indicó que los minerales extensivos y beneficiosos existían en el lugar, Tonopah y Ventures ejercieron sus opciones y formaron una nueva compañía en 1938 llamado La Luz Mines Limited, que operaría en la nueva mina en Siuna (Plecash & Hopper, 1963, p. 624; archivos de Tonopah Mining Company, 1938). La Luz Mines Limited controló una concesión de 12 millas de distancia y 2 millas de ancho (archivos de Thayer Lindsley, 1948). Ventures Limited y los socios controlaron el 88% de la compañía y Tonopah Mining Company poseyó el resto que le correspondía que era el 12% (Wall Street Journal, 1938). Sin embargo el empresario minero Thayer Lindsley fue el presidente de las tres compañías mineras, La Luz Mines Limited, Tonopah Mining Company y Ventures Limited (Catanese, 1992, archivos de Tonopah Mining Company, 1938).


La Luz Mines Limited y el inicio del
“tiempo de la Compañía”


Comenzando 1938, La Luz Mines Limited proveyó el capital que se necesitaba para transformar Siuna de un campamento minero aislado en lo que se llama en inglés “a company town,” un pueblo que depende de la actividad económica de una sola empresa. En 1938 es el comienzo de lo que refiere como “el tiempo de la compañía”. El período de la historia de Siuna en la cual La Luz Mines Limited dominaba todos los aspectos de la vida del pueblo. En estos primeros años, La Luz Mines Limited construyó una infraestructura impresionante para mitigar las dificultades de operar una mina tan grande en un lugar tan remoto.

Juan Blanco, explicó, “no hubo nada aquí hasta que la compañía canadiense (La Luz Mines Limited) vino. No había luz eléctrica, aviones, autos”. La infraestructura y magnitud creciente de la compañía le dio un tremendo poder sobre sus empleados y sobre la comunidad de Siuna. Un empleado jubilado dijo que Harry McGowen, uno de los gerentes de la compañía le decía a los trabajadores: “Somoza manda Managua, y yo mando aquí”. Otro trabajador describió a John Plecash, otro gerente como “el único propietario de conocimiento. Si no era su idea, no ocurría”. La compañía construyó una planta de cianuración y un molino nuevo para procesar el mineral (la broza) y rescatar oro, además de plata. En 1941, el molino procesó entre 1,000 y 1,200 toneladas por día. Tres tanques de diesel de 40,000 galones proveyeron combustible para producir electricidad. Un nuevo tanque de almacenamiento de 100,000 galones, suministró agua potable (La Luz Mines Limited, 1941, pp. 3-9).

Entre las inversiones de infraestructura más importantes de la compañía estaba la represa hidroeléctrica Mistrook que empezó en 1939 y terminó en 1942. Tenía 22 metros en el río “Yy” y proveyó electricidad para la explotación minera y el pueblo floreciente17 (Begoechéa, 1963, p. 15; La Luz Mines Limited, 1940).

La hidroelectricidad mejoró el margen de beneficio de la compañía, como redujo el gasto de transporte de combustible de diesel para energizar los molinos que trituraron el mineral (La Luz Mines Limited, 1942, p. 4). Además de la represa, la compañía construyó un barrio exclusivo para alojar cuarenta gerentes extranjeros de la mina, en su mayor parte americanos y canadienses (Archivos de Tonopah Mining Company, 1941). "La Zona" estaba situada en la colina más alta en Siuna y fue estrictamente una zona vedada para los nicaragüenses, a menos que fueran trabajadores manteniendo las tierras, realizando quehaceres domésticos o vigilando. La zona incluyó un campo de golf, campo de tenis, piscina, club social, y un colegio privado para los niños de los empleados extranjeros.

La mejor agua potable fue bombeada directamente para la Zona, y no llegó a los barrios nicas. El fenómeno de un barrio exclusivo para trabajadores extranjeros no es sólo para Siuna, sino que es una característica de muchas comunidades establecidas por compañías extranjeras en Nicaragua y en todo América Central. Bonanza, un pueblo minero cercano, y la empresa maderera Bragman’s Bluff Lumber Company en Puerto Cabezas, también operaron zonas exclusivas para gerentes (Pineda, 2006, pp. 113-114). Bourgois (1989) describe una zona en un bananal costarricense que es similar a la de Siuna:

En el centro de la plantación, rodeado por cercas altas y setos y céspedes bien arreglados, es el lujoso complejo de viviendas reservado para las capas más altas de la gerencia, llamado la Zona Blanca. Incluye un exclusivo complejo deportivo conocido como el club, con un campo de golf de nueve hoyos, una piscina, una cancha de boliche, una cancha de tenis, y un bar y un vestíbulo de película con aire acondicionado. Para la inmensa mayoría de la población de la plantación, acceso al club y a la Zona Blanca es estrictamente prohibido18 (Bourgois, 1989, p. 4).

Esperaba encontrarme con siuneños que resintieron la opulencia y la exclusividad de la Zona, pero la mayor parte de las personas entrevistadas hablaban de la Zona con más interés en describir sus elegantes características (los bellos árboles de naranja, una cortadora de césped que funcionó con gas, caballos para montarse) en vez de retratarla como un símbolo de segregación o explotación. Varias personas entrevistadas estaban enojadas por la manera en que la Zona se deterioró después de la revolución sandinista de 1979. Se quejaron de que los jefes Sandinistas habían robado el lugar y no mantuvieron los edificios y las tierras. Para muchos siuneños entrados en años, la Zona es un símbolo de la pérdida de la prosperidad de los tiempos de la compañía, en vez de un catalizador para la conciencia de clase. Las perspectivas de los siuneños ancianos acerca de la Zona reflejan las actitudes generalmente positivas hacia el tiempo de la compañía, las actitudes que estarán explicadas en detalle abajo.

En 1941, la compañía también extendió la pista de aterrizaje en Siuna a 2,700 pies para acomodar servicio aéreo regular19 (La Luz Mines Limited, 1941, p. 9). Todavía no había ninguna carretera para llegar a Siuna, así que el servicio aéreo llegó a ser la conexión de transporte más importante. Después del fin de la Segunda Guerra Mundial, Taca Airlines compró aeronaves de guerra (incluyendo DC-3S, C-46S, y C-47S) para usar en Siuna y otros destinos. Las pistas de aterrizaje se construyeron también en Mistrook, para proveer servicio de avión a la represa hidroeléctrica, y en el río Prinzapolka del puerto de Alamikamba, para facilitar el embarque de bienes del Caribe para Siuna (Plecash & Hopper, 1963, p. 634).

En las primeras dos décadas de sus operaciones, La Luz Mines Limited transportó una cantidad impresionante de cargamento para Siuna por avión. Del 1936 al 1956, 79,360 toneladas de cargamento llegó a Siuna por avión con un coste medio de USD $31.40 dólares por tonelada (Plecash & Hopper, 1963, p. 635). A diferencia de hoy, que Siuneños de la clase obrera podrían permitirse la navegación aérea durante el tiempo de compañía. El viaje aéreo para Siuna fue lo suficientemente exótico para atraer la atención de Hollywood. En 1946, una tripulación de Paramount News (Noticias Paramount), viajó a Siuna y produjo un noticiario de dos minutos con el título " Un Pueblo que sobrevive por avión de motor a reacción.” La película muestra un avión DC-3 que trae unos suministros para Siuna acompañado por la música orquestal dramática. El narrador explica: "en lo más profundo del interior montañoso y denso de Nicaragua: Siuna, un pueblo de minería de oro, ¡un pueblo que se mantiene, asombrosamente, gracias a aviones equipados con motor a reacción!”20

Las condiciones favorables para la inversión, y la seguridad por la dictadura de Somoza, animaron a la compañía a continuar creciendo. Anastasio Somoza, quien subió al poder en Nicaragua después de organizar el asesinato de Sandino en 1934, fue un aliado fuerte de los americanos. Él habló inglés, se educó en los EEUU, e inequívocamente apoyó la política exterior de los EEUU en Latinoamérica y en el mundo entero (Walker, 2011, pp. 25-28). Alrededor de 1938, Somoza autorizó a La Luz Mines Limited operar por treinta años con un impuesto de exportación bajo de 1.5 por ciento (Plecash & Hopper, 1963, p. 625). Las compañías extranjeras favorecidas por Somoza no tuvieron que temer los tipos de ataques que sufrieron de Sandino, porque la leal Guardia Nacional de Somoza patrulló el país y protegió la dictadura. En Siuna, la compañía aparentemente pagó para mantener la guarnición de la Guardia Nacional (Plecash y Hopper, 1963, pp. 624-635; Walker, 2011, pp. 26-27).

El Capitán de la Guardia en Siuna también se llenó sus bolsillos vendiendo permisos para vender licor, colectando multas de borrachos encontrados en las calles, vendiendo licencias matrimoniales, y otras multas e impuestos (Hermana María Rey, 1968, pp. 48-49).

El informe anual de La Luz Mines Limited de 1942 describió la relación entre la compañía y Somoza en términos elogiosos que indican la importancia de la dictadura en asegurar operaciones rentables: "sus Gerentes se deleitan en registrar las relaciones mutuamente agradables y cordiales que existen entre la Compañía y el gobierno de Nicaragua y su Presidente altamente estimado y respetado, Anastasio Somoza " (La Luz Mines Limited, 1942, p. 3). En 1950, en una carta interna, el gerente en Siuna, Harry McGowan, ofreció una evaluación más detallado de las relaciones entre la compañía y el régimen Somoza:

El gobierno de Nicaragua es una dictadura militar y está firmemente bajo el control del dictador, el general Somoza… Estoy firmemente convencido que este tipo de gobierno es el único gobierno práctico para un país como Nicaragua. Incluso si nuestro Departamento del Estado (State Department) no está de acuerdo con esta opinión, la población de Nicaragua no está suficientemente desarrollada como para vivir bajo un sistema democrático tal como lo conocemos. Con respecto a las relaciones de la compañía con el gobierno de Nicaragua, estas siempre han sido muy amigables y encontramos extrema cooperación de parte del gobierno de Nicaragua. Los oficiales nicaragüenses han declarado públicamente que necesitan capital extranjero y asistencia técnica para desarrollar y explotar los recursos naturales y también están bastantes felices y complacidos de fomentar este tipo de inversión en el país21… (Papeles de Thayer Lindsley, 1950).

La declaración de McGowan: que los nicaragüenses no estaban suficientemente desarrollados para disfrutar una democracia, era conveniente considerando los bajos impuestos que La Luz Mines Limited disfrutó durante la dictadura. La infraestructura construida por La Luz Mines Limited requería mucha mano de obra. En 1941, la compañía empleó a aproximadamente 1,073 personas incluyendo alrededor de 40 supervisores americanos y canadienses. La gran mayoría de trabajadores en 1940 y 1950 migraron de otras partes del país. Pocos, si acaso unos pocos, de los indígenas mayangnas trabajaban para la mina, pero no está claro el porqué. Los pocos siuneños entrevistados; encogiendo los hombros simplemente dijeron que los mayangnas no estaban interesados en trabajar para la compañía.

Cinco de las seis personas entrevistadas que llegaron a Siuna antes del 1945, vinieron de la comunidad bananera de La Cruz del río Grande, más cerca de la Costa Caribe. Un hombre dijo que caminó 50 días desde La Cruz hasta Siuna, como parte de una caravana de 40 familias. El colapso de los bananales en La Cruz, motivó la migración de las personas hacia Siuna22. Aquellos que inmigraron a Siuna desde La Cruz recordaron una peste (probablemente enfermedad de Panamá), y unas tormentas (probablemente un fuerte huracán que azotó la costa Caribe de Nicaragua el 27 de septiembre de 1941 o el 23 de octubre de 1940), destruyendo las bananas en La Cruz (Cuéllar & Kandel, 2007, p. 5; Gallenne, 1940; La Luz Mines Limited, 1940, p. 5; Sumner, 1941, p. 265). Sollis (1989) escribe que La Luz Mines prefirió utilizar los trabajadores bananeros porque ya estaban acostumbrados a las demandas de trabajar para una compañía. Muchos de los trabajadores que venían de los bananales desfallecientes a lo largo de la costa fueron los indígenas Miskito (Adams, 1981, p. 59).

Se pagaban a los trabajadores en córdobas nicaragüenses todos los sábados comenzando a mediodía. Varios empleados antiguos con quien hablé adujaron que la compañía les pagó en dólares estadounidenses, pero el gobierno de Somoza intercambio el dólar por el córdoba, que valía menos. Se decía que el gobierno se embolsó la diferencia en la conversión de la moneda. Los precios favorables para los bienes del comisariato pudieron haber compensado algo por los sueldos bajos, pero también hizo a los trabajadores dependientes en la compañía para los servicios, especialmente porque los trabajadores pudieron pedir crédito (Adams, 1981, p. 65).

Muchos de los residentes mayores entrevistados en 2009 llegaron a Siuna de otras partes de Nicaragua, poco después de la Segunda Guerra Mundial, indicando un salto importante en la producción y la actividad de la Compañía después del fin de la Guerra. Siete de los entrevistados que llegaron a Siuna entre 1945 y 1949, provenían de Bluefields, Boaco, Chontales, Matagalpa y Nueva Segovia.


El pozo, la mina subterránea


En 1941 La Luz Mines Limited empezó a construir una mina subterránea en Siuna para extraer minerales. En 1944 “el pozo” empezó a producir (Plecash & Hopper, 1963; La Luz Mines Limited, 1962, p. 7). Los trabajadores recuerdan el trabajo de la mina como el más difícil, peligroso, y lucrativo que la compañía les ofreció. Antes de la mina la producción se había concentrado en el “tajo abierto” (extracción superficial de cantera), pero en 1954 la compañía abandonó completamente la mina de tajo abierto y los esfuerzos fueron concentrados en el pozo. El pozo fue cavado en el centro de Siuna y la entrada inundada es aun visible hoy. En la superficie, el hueco es de 17 pies de ancho y de 12 pies de largo, reforzado por maderos y paredes concretas. Previamente una torre de 105 pies que contenía el equipo del elevador que perduró en la superficie, pero la torre colapsó en los años 90. En varios niveles bajo tierra, diversos túneles diversos y pozos fueron también cavados.

En 1963, la mina tuvo 1,710 pies de profundidad. Los mineros ascendieron y descendieron en el pozo por elevador, y el mineral fue transportado para la superficie en baldes gigantescos para ser molido. La mina requería un continuo bombeo de agua de los túneles y el pozo para impedir la inundación, y una chimenea de ventilación con un abanico grande soplaba aire fresco dentro de la mina. Los abanicos fueron necesarios adentro, en parte por el calor intenso de ciertas áreas de la mina. La planta hidroeléctrica en la bocana del río y abastecía de energía para el procesamiento del oro (Plecash & Hopper, 1963, pp. 627-630).

La mina subterránea es el escenario para algunos de las leyendas más floridas de Siuna, por ejemplo, en el pozo Canta Gallo, los mineros supuestamente oyeron y vieron a un gallo hecho de oro puro cacareando en mitad de la noche. En honor a esta historia, le pusieron el nombre "Canta Gallo" al club social de los trabajadores extranjeros. Una carta de 1914 por Mr. W.C. Abbers dirigida para Sr. J. E. Spurr de la Tonopah Mining Company también menciona, un pozo llamado el Canta Gallo, indicando que, probablemente, a múltiples áreas les habían dado este nombre: “Esto (El Potosí) es la propiedad que ganó el primer premio en la Exposición de St. Louis con once bolsas de mineral con la mejor descripción geológica en exhibición. Este oro era originario de un lugar llamado El Canto Gallo23 (Papeles de Thayer Lindsley, 1914).

Se obtuvo información acerca de un canadiense o americano llamado Mr. John24 quien trabajó como gerente de operaciones en la mina a inicios de 1949. El Sr. John fue apodado por los trabajadores como “el tigre amarillo” porque poseía lo que se referían como una personalidad “imperativa”. Once entrevistados describieron al “tigre amarillo” como malcriado, mientras dos le describieron como un jefe justo. Dos ex mineros afirmaron que él maltrataba físicamente a los trabajadores. Un minero jubilado dijo sin rodeos que él creía que John había hecho un pacto con el Diablo. Él reveló esto después de describir la imparcialidad y la generosidad de otros extranjeros, aclaraba que sus sospechas fueron específicas sólo para Mr. John. Este minero jubilado dijo que Mr. John “le daría” al Diablo las almas de los mineros que murieron en los accidentes, a cambio de la ayuda del Diablo encontrando oro.

El Sr. John era feliz cuando los mineros murieron porque, el minero dijo: apoyándose para susurrar en inglés, “donde los muertos están, hay bastante oro.” Otros tres viejos siuneños confirmaban que las personas creían que John había llegado a un pacto con el Diablo. Adams (1981) informa que un minero siuneño relató una historia similar sobre un gerente americano que llegó a un pacto con el Diablo. No nombra a John específicamente, pero se corresponde con las historias acerca de él en 2008 y 2009: “Llegó hasta el punto que cuando los hombres morían en accidentes dentro de la mina, el supervisor decía: bien, bien, bien ahora vamos a encontrar más oro” (Adams, 1981, p. 76).

De manera similar, Nash (1979) y Taussig (1980) detallan creencias sobrenaturales de mineros bolivianos de hojalata sobre la minería. Los aspectos de este sistema de creencia tienen gran parecido con la historia del pacto de Mr. John con el Diablo. Los mineros bolivianos le ofrecieron sacrificios, algo semejante como un par de llamas o el licor, a la deidad masculina Supay quien es también conocido como el Tío o el demonio, y algunas veces tomaba la forma de un gerente Norteamericano que encarna peligro, poder y riqueza. Los sacrificios a Supay compraban suerte y protección en las minas, y los accidentes o las muertes, fueron achacados a la falta de apaciguar correctamente a Supay (Nash, 1979, pp. 122-194; Taussig, 1980, p. 143).

Un minero solitario desesperado por el dinero también le podía suplicar a Supay por ayuda especial ofreciéndole licor, cigarrillos, hojas de coca, y, finalmente, su alma. El minero se convertiría en un “superhombre” capaz de ganar en un día lo que los otros hacían en dos meses: “Quienquiera que juegue con el Tío se convierte en un demonio” (Nash, 1979, p. 192; Taussig, 1980, p. 145). El contrato con el Diablo trajo riquezas efímeras, pero acabó en la muerte del minero: “Un contrato con Supay trae suerte y el golpe de fortuna casual que podría cambiar las circunstancias de uno, pero inevitablemente causa muerte en breve” (Nash, 1979, p. 123).

Taussig (1980) expone que las creencias refiriéndose a Supay representan la reacción de personas viviendo en una economía poco capitalista y de subsistencia, cuando el capitalismo se introduce. Los trabajadores nuevos, Taussig cree, implícitamente comparan los dos sistemas económicos: “El productor campesino vive en un sistema que está dirigido a la satisfacción de un montón de necesidades cualitativamente definidas; contrariamente, el capitalista y el sistema capitalista tienen la meta de acumulación de capital ilimitado25” (Taussig, 1980, p. 25). La comparación entre los dos sistemas da a saber las creencias que asocian la industria minera, la cual es capitalista, con el mal y el Diablo: “De esta condición concreta de comparación crítica las creencias diabólicas emergen, como la situación de salario laboral en las plantaciones y las minas es contrastada con la situación drásticamente diferente que obtiene en las comunidades de las que los propietarios nuevos han venido, en el que nacieron, y con las que todavía retienen contacto personal26” (Taussig, 1980, p. 19).

Supay en Bolivia es similar a las creencias diabólicas reportadas en Siuna en aspectos importantes. En ambos casos el Diablo es asociado con la industria minera capitalista y los supervisores norteamericanos. En ambos, los sacrificios para el Diablo eran dichos para traer suerte en la minería.

Una creencia es que el Diablo tuvo una presencia en lo subterráneo, se hace comprensible al considerar los peligros muy verdaderos de la mina. Muchos mineros fueron heridos o murieron en los accidentes en medio de los peligros de derrumbes de rocas, venenosos gases subterráneos o dinamita. Los bonos por producción que alentaron a los mineros a entrar en áreas recientemente dinamitadas antes de que los gases y el polvo fueran descongestionados, puso a los trabajadores en alta riesgo (Adams, 1981, p. 79). Un minero viejo27 creía que 36 mineros habían muerto durante sus años en la mina, de 1946 a 1968. Este número es similar a lo dicho por un minero a Adams (1981), aproximadamente una muerte al año, de 1938 a 1968. Estas muertes y lesiones arbitrarias, en cuál unos mineros podrían morir y otros vivir debido a los accidentes casuales, debieron haber alentado creencias sobrenaturales acerca del pozo; tales creencias frecuentemente tratan de explicar aspectos destructivos de la realidad que están fuera del control y de la comprensión.

Los parientes recibían una indemnización pequeña si un miembro familiar fue muerto. Los siuneños dijeron que la compañía, la guardia nacional o Somoza, tomaban la mayoría de la compensación para la muerte de un minero, dejando a la familia con sólo una miseria. La estimación de estas muertes no incluye a muchos mineros que se enfermaban y morían después de silicosis por respirar el polvo de roca. Regularmente la compañía radiografiaba los pulmones de los mineros en el hospital propio de la compañía, y los entrevistados dijeron que los trabajadores que empezaron a presentar silicosis fueron despedidos para evitar la responsabilidad médica (Adams, 1981, p. 79). Muchos de los trabajadores del pozo de la mina eran miskitus y probablemente regresaron a sus comunidades para morir después de contraer silicosis, haciendo difícil el cálculo del número de muertes (Adams, 1981). Casi cada Siuneño viejo mencionó las muertes de silicosis, indicando que el número debió ser considerable. Un estribillo común es que la compañía no dejó nada atrás para Nicaragua, sino un hueco en la tierra y un hueco en los pulmones.

En su novela Balastro, el nicaragüense Pedro Avellán Centeno hace una descripción evocadora del pozo. El pasaje refiere no sólo un sentido de la producción y movimiento incesante de la mina, sino que también cómo el poder de la mina, de dañar a uno aparentemente al azar, podría infundir un sentimiento de impotencia: desde lejos se divisaba el pico de la torre del pozo de la mina, y se oía el pitazo fuerte que se perdía entre ecos hasta escucharse débil y lejano. El pitazo marcaba la hora y los cambios de turno de los mineros que salían del pozo apagando las lámparas adheridas a sus cascos amarillos, mientras otro centenar de hombres macilentos entraban al hoyo para continuar así con las agotadas y duras faenas que exigía la minería, manteniendo activo el ritmo de explotación de la compañía minera.

Allá, abajo en los túneles, entre la sombra helada de la muerte que escoltaba a los miserable mineros, no había diferencia entre el día y la noche; no había diferencia entre vivir o morir. Los mineros tosigosos y mayates iban entre la oscuridad de los túneles, jadeantes, cansados y sudorosos trabajando sin descanso, convencidos de que, en aquellas tierras bendecidas con tanta riqueza, la vida del miserable no valía nada (Centeno, 2006, p. 7).


Protestas y sindicatos en La Luz Mines Limited


Algunas de las primeras preguntas sobre la historia de Siuna se referían a las protestas y sindicatos. Quería saber cómo los siuneños habían propugnado por sí mismos en sus relaciones con la compañía minera. Considerando el contexto global del antagonismo entre la compañía y los mineros, se esperaba escuchar en Siuna historias de obreros valientes organizándose enfrentado a la gerencia opresiva. Aunque unas historias correspondían a estas expectativas, la mayoría de los ex-empleados, recordaron a la compañía como un empleador benevolente, o, en el peor de los casos, benigno.

A excepción de los más viejos, casi todos los trabajadores jubilados entrevistados, negaron que hubiera existido un sindicato durante el tiempo de la compañía en Siuna. Dijeron que la compañía, respaldada por las fuerzas de la Guardia Nacional de Somoza, estrictamente prohibía a la organización laboral. Aparece que poca organización laboral ocurrió después de 1954, pero testimonios orales de los siuneños más viejos, junto con escolaridad anterior, describen esfuerzos de organización en Siuna durante los años 1940 y los comienzos de los 1950.

Según Gould (1987), 1,500 trabajadores en Siuna hicieron huelga en abril y junio de 1945 para protestar por el hecho de que la compañía no cumpliera con el nuevo código laboral nacional. El Código Laboral de 1945, introducido por Somoza, legalizó los sindicatos y las protestas, colocaron un salario mínimo, y requirieronla indemnización por los riesgos del trabajo y vacaciones pagadas. La huelga en Siuna ocurrió dentro de un movimiento laboral nacional en 1945. Los somocistas organizaron una huelga en Siuna. El mismo Somoza viajó a Siuna para apoyar a los trabajadores, mientras simultáneamente hacía campaña para una tregua. Somoza probablemente quiso un acuerdo porque su Ministro Exterior era el abogado de la compañía, y, como se ha descrito anteriormente, la relación entre la compañía y el régimen era usualmente favorable. Es poco claro cómo las partes solucionaron la huelga de 1945, quizá despedir a los líderes de la huelga fue suficiente para amortiguar el esfuerzo (Gould, 1987, pp. 358-374).

Los esfuerzos en desarrollar un movimiento laboral en Siuna resurgieron en los inicios de los 1950. Siete de los siuneños más viejos recordaron esta actividad culminando en una segunda huelga en 1954. Recordaron la paga baja como la queja principal que precipitó la organización y eventuales protestas. En 1953 los organizadores fueron despedidos y forzados a huir de Siuna. En 1954, los trabajadores lograron montar una huelga, pero como un Creol, trabajador jubilado, explicó, el esfuerzo fue de breve duración:

"Sí (Me acuerdo de la huelga). El sindicato, esa gente, vinieron. Plecash (el gerente de la mina) vino, y dijo, “¡Trabajen! ¡Trabajen! ¡Trabajen!”; pero las personas, no lo harán. Pero Somoza y la Compañía estaban aliados, usted sabe. Estaban aliados. Así es que la compañía envió a Somoza. Y Somoza dice, “esperen un momento”, dice “ voy a enviar una cierta cantidad de mis personas,” y ese tipo de cosa. Así que el avión bajó, así todo el mundo salió a la pista, usted sabe, y ese tipo de cosa. Entonces el tipo que iba a dar el discurso dijo, “yo he venido aquí por una razón,” él dijo: “Usted personas desean, buscan huelga, hagan estas cosas ahora mismo: ¡Levántese y vuelvan a trabajar ahora mismo!” ¡Entonces cuando él dijo eso, todo el mundo se levantaron y regresaron a trabajar otra vez! (Risas) Sí, ellos se asustan un poco28".

Intimidados por la Guardia Nacional, los huelguistas se fueron de la pista de aterrizaje tan pronto como pudieron y volvieron a trabajar. Esta versión es muy parecida a una documentada por una monja Maryknol. Después de la huelga, la compañía les dio a los trabajadores un aumento trivial de cinco centavos por hora, una medida que los trabajadores caracterizaron como un “chiste” y probablemente fue planeada para desanimar a los esfuerzos de organización. La huelga de 1954 fue el último esfuerzo serio para organizar a los mineros en Siuna hasta la Revolución de 1979. Los trabajadores jubilados dijeron a mí que desde ahí no había más organización laboral, explicando sencillamente que el régimen de Somoza y su guardia Nacional habían declarado que tal actividad era “prohibida.” Considerando la reputación de la Guardia Nacional, bien merecida, de brutalidad, se puede entender la renuencia de trabajadores para involucrarse en actividades de organización laboral.

Para los años de 1960, John Plecash, el gerente de compañía, resumió la situación laboral como idílica: “El suministro de trabajo es adecuado, y un buen porcentaje de los empleados nicaragüense son capaces de adquirir la habilidad para realizar satisfactoriamente los deberes asignados. Los nicaragüenses tienden a ser personas alegres y, en promedio, son muy amigables. Seguridad ciudadana es mantenida por la Guardia Nacional, quienes son situados por todo el país29” (Plecash y Hopper, 1963, p. 624).


Siuna crece a mediados del siglo


En 1945, una escuela primaria abrió bajo la dirección de monjas estadounidenses, católicas de la secta Maryknol. La escuela rápidamente llegó a ser una de las instituciones más importantes de Siuna. En su primer año de existencia, la escuela tenía 302 estudiantes, y para 1968 tenía más de 800 (Hermana María del Rey, 1968, pp. 88-151). Maura Clark, una de las monjas Maryknol asesinadas en El Salvador en 1980, fue la directora de la escuela por un tiempo a fines de los 1960 (Hermana María del Rey, 1968, p. 151). La escuela Católica en Siuna ahora es nombrada en su honor. Además de la escuela, las monjas dirigían un centro de salud (Hermana María del Rey, 1968, p. 157).

Los siuneños mayores quienes asistían a la escuela siguen sintiéndose orgullosos de la calidad de la educación que ellos recibieron de las monjas y recuerdan la escuela con cariño. Niños miskitus, creoles y mestizos asistían a la escuela. Las monjas mantenían una relación íntima con los gerentes americanos y canadienses de la empresa y hasta eran invitadas a comer o ir a las fiestas en la zona (Hermana María del Rey, 1968, p. 165). Prospero Strikes It Rich (Prospero Se Hace Rico), la memoria escrita por la monja americana Hermana María del Rey, y que recuerda los tiempos en que ella enseñaba en la escuela, es la versión más completa de cómo era Siuna durante el tiempo de la compañía. La escuela pasó a manos de católicos nicaragüenses a finales de 1960. Además de la escuela católica, Siuna también tenía una escuela morava en Jamaicatown (Yumeca), el barrio creole, y también escuelas públicas en los barrios La Luz y Moskitotown (Moskiton.) Todas esas escuelas y mucho más continúan proveyendo educación a los estudiantes de hoy.

Durante 1950, La Luz Mines Limited mejoró a la infraestructura para reducir los altos costos de transportar cargamento a Siuna. Para 1956, la compañía tenía construido 46 millas (74 km) de carretera de Siuna a Alamikamba, el puerto del río Prinzapolka. El siguiente año la empresa completó la construcción de 19 millas (30.59 km) adicionales de carretera que conectó la carretera de Siuna a Alamikamba a Rosita (donde la compañía planeó desarrollar una mina de cobre), 22 millas (35.42 km) de Alamikamba río abajo hasta Limbaika, el otro puerto del río, y 17 millas (27.37 km) más de carretera alrededor de la presa hidroeléctrico y Una vez que había terminado la carretera a Limbaika, la compañía descargó cargamento del Caribe a Limbaika en vez de Alamikamba. Limbaika tenía una ventaja siendo navegable todo el año, incluso durante la temporada seca (Plecash & Hopper, 1963, p. 634.)

Hermana María del Rey recordó una conversación con el gerente de la empresa, John Plecash30, en la que él describe las dificultades de esos proyectos de construcción carretera en el bosque lluvioso y tropical de Nicaragua: “Todas esas lluvias quizás sean un deleite para los agricultores, pero para nosotros, constructores de carreteras, las vemos de un modo poco favorable. Hemos hecho 103 millas de carretera aquí. Esto nos costó un millón de dólares…aquí construyendo carretera no puede ser un trabajo de todo el año. De junio a enero la lluvia nos detiene, allí es cuando nosotros nos esforzamos en mantener lo que ya construimos31” (Hermana María del Rey, 1968, p. 166). Los siuneños ancianos dijeron que la carretera estaba en mejores condiciones durante la era de la compañía que actualmente. John Plecas el gerente de la compañía, tenía fama por insistir mucho sobre la calidad de la carretera, quejándose de los baches más pequeños cuadrilla de mantenimiento de caminos estacionada en el empalme (a medio camino de Siuna a Alamikamba.) El empalme fue el primer sitio de una gasolinera en el área, pero actualmente no mantienen una gasolinera formal (Hermana María del Rey, 1968, p. 143).

En 1954 La Luz Mines Limited formó una subsidiaria cien por ciento, Rosita Mines Limited, para operar la nueva mina de cobre en Rosita, ubicado 46 km de Siuna. El procesamiento del mineral (o broza) en Rosita requirió que gran cantidad de concentrado de cobre fuera expeditado fuera de Nicaragua para finalizar el procesamiento y extracción.

Para incrementar la eficiencia de la expedición del concentrado de cobre, además del equipo que necesitaba para las nuevas operaciones en Rosita, en 1957 la compañía comenzó la construcción de un muelle, nombrado Puerto Isabel, en el Caribe. Del muelle Puerto Isabel, tres millas (4.83 km) al Sur de la desembocadura del río Prinzapolka, se transportaban las provisiones en camión por una carretera de tres millas para llegar a un muelle más pequeño en el río Prinzapolka. De este muelle del río, unas lanchas propulsadas por remolcador, cargaban el cargamento a Limbaika, 65 millas (104.64 km) río arriba de la desembocadura y 15 millas (24.15 km) río abajo de Alamikanban (Plecash and Hopper, 1963, pp. 634-635.). El muelle en Limbaika fue construido para reemplazar al muelle de Alamikanban, probablemente porque los niveles de agua más bajo y el incremento de cieno, debido a la deforestación y erosión, hicieron que Alamikanban fuera inaccesible para los barcos de la compañía durante la temporada seca.

Royal Netherlands Harbor Works terminó de construir Puerto Isabel en 1959, en el mismo año que la nueva mina de cobre en Rosita inició sus operaciones. El muelle se extendió en el mar Caribe unos 2800 pies, lo cual es admirable. Con la construcción del muelle del Puerto Isabel, La Luz Mines Limited había desarrollado una extensa infraestructura privada en el este de Nicaragua (Plecash & Hopper, año, pp. 635-637). Además de la mina de Siuna y la nueva mina de cobre en Rosita, la compañía controló cuatro pistas de aterrizaje en Siuna, Rosita y Alamikanban; una presa hidroeléctrica en dos muelles en Alamikanban y Limbaika; y el nuevo muelle en el Caribe, Puerto Isabel.


Etnias de Siuna


En 1960 la compañía empleó un promedio de 1070 trabajadores en Siuna (La Luz Mines Limited, 1961, p. 9). Como se ha mencionado anteriormente, las extensivas operaciones de la compañía necesitaron una gran cantidad de personal, y los trabajadores de la empresa pertenecían a muchas etnias distintas. Un gerente norteamericano, de descendencia escocés, incluso hizo un desfile por el pueblo con faldas y gaitas. Una vez en Siuna, los trabajadores estaban divididos en unas cuantas categorías étnicas: los gerentes estadounidenses y canadienses; trabajadores indígenas miskitus; hispanohablantes mestizos (algunas veces llamados “los españoles” por ser hablantes del inglés y creol); creoles o negros que hablaban inglés o creol, una categoría que incluyó todos los afrocaribeños, sin tomar en cuenta su nacionalidad, sea nicaragüense, jamaiquino o de las Islas Caimanes; y finalmente los chinos que no trabajaban para la mina, pero operaron un grupo de tiendas y negocios en el barrio La Luz.

Dentro de la compañía, los afrocaribeños ocuparon muchos de los puestos más cómodos y especializados. Esto parece ser contradictorio considerando el racismo y la segregación contra los afroamericanos en los estados unidos durante el siglo XX; pero, la compañía apreció especialmente a los trabajadores creoles por su habilidad de hablar inglés. Los creoles ocuparon la mayoría de los puestos en la oficina, como secretarios, asistentes y contadores. Los mestizos hispanohablantes ocuparon puestos en todos niveles dentro de la compañía, de trabajos manuales en las profundidades del pozo hasta posiciones de gerencia. Similar a los afrocaribeños, los mestizos quienes trabajaron con los norteamericanos en puestos altos recuerdan a los gerentes norteamericanos como justos y dispuestos a compartir su conocimiento técnico.

Los miskitus solían trabajar en los puestos más peligrosos con altos pagos de salario, como mineros en los pozos, a diferencia de los puestos de trabajo más cómodos pero menos lucrativos en otros departamentos. Los miskitus proveyeron la mayoría de mano de obra no especializado en la mina de 1940 a 1970 (Adams, 1981, p. 59). Los Siuneños explicaron la cantidad desproporcionada de miskitus que trabajaban en la mina, diciendo que ellos eran audaces, trabajadores, ansiosos por los bonos que se ganaba laborando en el pozo y fáciles de explotar porque tenían menos conocimiento de inglés o español. Adams (1981), calificaba al miskitu como un migrante, una reserva abundante de mano de obra.

Trabajadores miskitus con frecuencia viajaban de un lado para otro entre Siuna y sus comunidades natales hacia el este. Trabajaban para la compañía durante un período de meses o años y volverían cuando la compañía redujo puestos de trabajo o cuando ganaba lo suficiente para volver a casa. La índole transitoria de los trabajadores miskitus significaba que eran menos propensos a envolverse en el sindicalismo del trabajo, y si se enfermaron de su trabajo peligroso era más probable que se retiraran a casa en lugar de exigir tratamiento médico de la compañía. (Adams, 1981, p. 59).

John Plecash, el gerente de la empresa, en 1968 dijo a la monja Maryknoll Hermana María del Rey que la gran mayoría de los trabajadores de las minas subterráneas eran miskitus:

En los primeros días los poceros [trabajadores de las minas subterráneas] eran cuarenta por ciento español, el diez por ciento negro de Jamaica y el cincuenta por ciento miskitu. Ahora los jamaicanos son prácticamente fuera del ‘hoyo’, los españoles son sólo el veinte por ciento, y los miskitus constituyen el ochenta por ciento32 (Hermana María del Rey 1968: 169).

Debido a que muchos miskitus trabajaron en la mina, seguramente sufrieron de manera desproporcionada en términos de accidentes y la silicosis. En 2008 y 2009, se entrevistó a sólo unos pocos mineros miskitus jubilados, porque muchos, hace mucho tiempo, habían regresado a sus comunidades en la costa del Caribe, o tal vez habían muerto de silicosis. Estas entrevistas se realizaron en Alamikamba y Limbaika.

A diferencia de los otros grupos étnicos, los chinos no trabajaban para la empresa. Operaban tiendas independientes en el barrio de La Luz. La comunidad china en el este de Nicaragua se estableció en Bluefields en la Costa del Caribe, donde por la década de 1920 dominaron la actividad comercial en el puerto (Wilson, 2009, p. 215). Un Siuneño anciano, además de la monja Maryknol María del Rey, recuerdan que en los primeros días de Siuna, los comerciantes chinos compraban oro a cambio de bienes tales como alimentos y ropa: "On Luk Yong, sentado en un taburete rudo apenas adentro de su puerta, cuidadosamente sacaba una lupa de joyero de su bolsillo, le quitaba las viejas envolturas de cuero y la ajustaba deliberadamente en su ojo ... la lupa, por supuesto, detectaba defectos [en el oro]. Las diminutas balanzas que guardaba en su contador tenían letras chinas... Y Rodrigo volvería a la cabaña que compartía con Ramón, encantado con la nueva camiseta, la bolsa de frijoles negros y las pocas piezas de dinero que había recibido33" (Hermana María del Rey, 1968, p. 20).

Además de la segregación dentro del trabajo en la empresa, también se segregaron las viviendas. Los gerentes norteamericanas vivían en la Zona, el ápice literal y figurado de la ciudad, mientras que los miskitu vivían en el barrio Miskitotown y los afrocaribeños en el barrio Jamaicatown. La compañía poseía la mayor parte de las unidades de propiedad y de vivienda en Siuna, y por lo tanto, probablemente dictó la segregación por barrio. Un siuneño sugirió que la empresa segregó las etnias a fin de desalentar la sindicalización, pero se sabe poco acerca de las motivaciones de la empresa, si es que hay, en separar las etnias por barrio.


Siuna a mediados del siglo XX


La vida en Siuna a mediados del siglo fue duro. La ciudad era sucia, llena de enfermedades, pobre, aislada y dominada por las cantinas [bares]. A menudo, el único trabajo disponible era palear broza miles de pies bajo tierra. Aun así, el nivel de vida había mejorado sin duda. La empresa Luz Mines Limited había comenzado a operar en 1938, a pesar de todos sus defectos, había llevado la electricidad, el agua, los aviones, los bienes de consumo, y el empleo. La ciudad tenía un equipo de béisbol que ganaba, e incluso un cine.

A pesar del crecimiento y todas las mejoras de infraestructura, a mediados del siglo, siuneños todavía con frecuencia padecían de enfermedades prevenibles. La Hermana María del Rey informa que las monjas trataron a pacientes con desnutrición infantil, malaria, neumonía, tosferina, tuberculosis, y Beri-Beri (Hermana María del Rey, 1968, pp. 112-121). Una anciana dijo que cuando ella llegó a Siuna, en la década de 1940, hubo una epidemia de fiebre amarilla que atacó a los seres humanos, además de los monos en la selva alrededor de la ciudad. Aunque, no se ha encontrado ninguna otra evidencia de un brote de este tipo, en ese momento existía la fiebre amarilla en Nicaragua y los monos estaban infectados con frecuencia, además de los seres humanos (Galindo & Trapido, 1957).

La empresa mantenía un hospital en Siuna y empleaba un personal bien entrenado que incluía médicos y enfermeras de Managua y más allá. El tratamiento era gratis para los empleados, pero otros fueron obligados a pagar (Adams, 1981, p. 65). La compañía realizaba con frecuencia radiografías de tórax de los poceros (trabajadoras de minas subterráneas), presumiblemente para buscar signos de silicosis y tuberculosis. El gasto del hospital en 1967 según consta fue USD $ 121,000 dólares (Hermana María del Rey, 1968, p. 167).

Las entrevistas realizadas indican que los siuneños recuerdan el hospital como limpio y ofreciendo buena comida. Sin embargo, Adams (1981) escribe que muchos siuneños estaban descontentos con los tratamientos y no confiaban en la independencia de los médicos, creyendo que habían sido "comprados " por la compañía. La compañía entregó el hospital al gobierno de Nicaragua en 1967 (La Luz Mines Limited, 1966, p. 4). En 1968, el gobierno también fumigó edificios en Siuna con insecticida para prevenir la malaria (Hermana María del Rey, 1968, p. 147).

Además, las hermanas Maryknoll dirigían un centro de salud y un programa de salud pública, incluyendo campañas de vacunación en Siuna y las comunidades alrededor (Hermana María del Rey, 1968, p. 157). Las esposas de los administradores extranjeros de la compañía que vivían en la Zona hacían trabajo voluntario para las monjas, como organizar los historiales médicos y rodar vendajes. La Hermana María del Rey escribió que Carol McGowan, la hija de uno de los gerentes generales de la empresa, volvió a Siuna para trabajar en la clínica de Maryknoll: "Crecí en la zona... y siempre sentí que le debía algún servicio a la gente de Próspero (Siuna). Así que regresé como enfermera por un año para ayudar a la clínica aquí34" (Hermana María del Rey, 1968: 160).

El comisariato de la empresa fue otro atractivo central de la creciente ciudad de minería de oro, uno que otro siuneños, mencionaron como quintaesencia del tiempo de la compañía. Como explica Adams (1981), la empresa tenía efectivamente una exención de los impuestos de importación por parte del gobierno de Nicaragua hasta finales de 1960, así que podían importar una cantidad ilimitada de bienes de consumo. Esto dio al comisariato una considerable ventaja en el precio. Suministró a los trabajadores y sus familias, además de los comerciantes locales. Los empleados podían comprar a crédito, aumentando aún más su dependencia hacia la empresa (Adams, 1981, p. 65). No obstante, los siuneños entrevistados apreciaron al comisariato debido a los precios bajos y la variedad de los productos importados como el chocolate, sopa de Campbell, Crisco, cócteles de frutas en conserva, manzanas, cereales para el desayuno, y pasteles en caja. Estos productos no eran disponible en otros lugares. El comisariato también vendía carne de Matagalpa y mariscos de Bluefields. Una mujer mayor comentó que los hombres eran especialmente orgulloso del comisariato porque proporcionó licores que no eran disponibles en otras zonas de Nicaragua.

Un hombre dijo que los siuneños utilizaban papel higiénico perfumado del comisariato, mientras los nicaragüenses en el Pacífico todavía estaban usando mazorcas de maíz para limpiarse ellos mismos. Esta fue una inversión inteligente del estereotipo habitual del Caribe de Nicaragua como más "primitivo" de la región del Pacífico, e ilustró su opinión de que el tiempo de la compañía era el ápice de la historia de Siuna. A pesar del aparente éxito del comisariato en la memoria de los siuneños, Hermana María del Rey, informa que John Plecash dijo que el comisariato se hizo funcionar a pérdida: "Hemos perdido $ 7.000 dólares el año pasado (1967), de allí tratamos de salir sin ganar ni perder, pero los libros siempre salen en rojo. Los productos básicos —el arroz, los frijoles, el azúcar, la ropa de trabajo etc.— siempre se venden a precios menos de costo. Tratamos de compensar la pérdida vendiendo los cosméticos, las cintas, la ropa de lujo. Tratamos—pero nunca logramos35". (Hermana María del Rey, 1968, p. 168).

Al igual que en otras ciudades de la costa Caribe de Nicaragua, el comisariato en Siuna introdujo el pueblo a la cultura estadounidense de consumo (Pineda, 2006, p. 109). A pesar del horario implacable de tres turnos en la empresa y el moler de la broza, o el mineral, en el plantel de veinticuatro horas al día, en Siuna también existían algunas actividades recreativas. Había el cine, el béisbol, los bares y clubes en todas partes.

Los archivos de la compañía indicaron que La Luz Mines Limited construyó un cine en 1941 (La Luz Mines Limited, 1941, p. 9). La Hermana María del Rey, también describió un cine primitivo al aire libre que funcionó con un proyector de 16 mm en 1945 (Hermana María del Rey, 1968, p. 83). Después, un cine llamado La Luz de Los Ángeles se encontró cerca de la actual alcaldía y se describía simplemente como “lo mejor.” Las entradas se compraba por adelantado y el cine servía helado. Este es probablemente el segundo teatro que Hermana María del Rey describe en su libro como ser operado para el beneficio de la escuela Maryknoll.

Fui al cine casi todas las noches en el Próspero (Siuna). Todas las clases sociales se reúnen en el gran edificio de madera, tanto como un cobertizo para secar tabaco. Los canadienses y los estadounidenses de la Zona, jamaiquinos [afrocaribeños] y españoles [mestizos], los comerciantes chinos y algunos miskitos se sientan en los bancos por debajo, o pagan extra para los asientos en el balcón. Para los niños se cobra mitad de precio; los perros son gratis. Usted puede comprar palomitas de una máquina, si lo desea, o conseguir una bebida fría36 (Hermana María del Rey, 1968, p. 140)

La Hermana María del Rey escribió que el nuevo proyector de 35 mm para el cine lo compró un sacerdote católico (Hermana María del Rey, 1968, p. 140). Hoy en día los cines han sido sustituidos por los reproductores de DVD y los televisores con señal a través de un sistema de cable local.

El béisbol era y sigue siendo el pasatiempo deportivo favorito de la ciudad y de toda Nicaragua. Un campo de béisbol se encontraba inicialmente en el extremo de la pista de aterrizaje, y se trasladó su ubicación actual a la orilla de la pista de aterrizaje, a principios de 1950. Dijeron que la gasolina se utiliza a veces para secar el campo durante la temporada de lluvias. Algunos de los gerentes norteamericanos de la mina jugaban junto a los nicaragüenses. La ciudad tenía varios equipos juveniles e informales y un equipo todo estelar que representó a la ciudad en la Serie del Atlántico, un torneo anual entre los equipos de toda la región del Caribe. La celebración de la Serie del Atlántico rota a una ciudad diferente cada año. La serie es uno de los pocos eventos que junta a los aislados costeños. Durante "el tiempo de la compañía," las compañías multinacionales en el Triángulo Minero y en toda la Costa financiaron la Serie del Atlántico (Pineda, 2006, p. 159). Siuna ganó la Serie del Atlántico en 1953, 1957 y 2004. Uno de los jugadores en el equipo que ganó el campeonato de 1957, a quien se entrevistó en su casa en Laguna de Perlas, dijo que los jugadores recibieron de la compañía 15 días de vacaciones después de la victoria para celebrar.

Celebraciones mucho más dramáticas y de cualquier tipo sucedían en los numerosos bares y clubes de la ciudad. El mejor lugar era el club de la Compañía, el Canta Gallo, situado en una colina en la Zona junto a la piscina. También había un club chino en el barrio de La Luz, un club en Jamaicatown, y un club español para mestizos, y muchas otras cantinas. Las fiestas en el Canta Gallo fueron restringidas al personal norteamericano y unos pocos trabajadores nicaragüenses e invitados. Las fiestas anuales incluían el 4 de julio (el Día de Independencia estadounidense), el 15 de septiembre (el Día de Independencia centroamericana), el día de la bruja (“Halloween”) y víspera de año nuevo. Las invitaciones para estas fiestas especiales se emitieron a los que fueron suficiente afortunados para asistir, y una camioneta de la Compañía hacía un recorrido del pueblo a la hora designada para transportar a los invitados a la Zona.

El gerente y su esposa saludaban a los invitados en la puerta del club. Se proporcionaba comida y bebida, pero cualquier invitado que exhibiera una conducta indecente o ebrio, como escupir o decir vulgaridades, sería inmediatamente sacado. La fiesta continuaría hasta la uno o dos de la mañana, y el camión de la compañía regresaría a los invitados a sus casas. La esposa de un gerente nicaragüense, quién atendía las fiestas y después se volvió una Sandinista fiel, dijo: "yo no puedo hablar mal [de esos tiempos], porque disfruté todas esas cosas." Otro hombre quien atendió a estas fiestas dijo: usted apenas pidió algo que usted quería, pero tenía que tener disciplina, usted no podría terminar (en el suelo). Sepa lo que usted está haciendo, cuando tenía bastante usted se va a casa, sí.

Un grupo de trabajadores de niveles más bajo que ganaron invitaciones para las fiestas exclusivas en el Canta Gallo eran los músicos. El músico más célebre de Siuna era Amos Johnson, apodado como Tipí, un hombre creole originalmente de Honduras que tocaba el saxofón, cantaba (en inglés, miskitu y español), trabajaba en el taller de mecánica de la compañía. Tipí reparaba las carretas que arrastraban la broza a través de los túneles subterráneos. Un gerente canadiense de la mina invitó a Tipí para ir a Canadá con él para grabar su música, pero Tipí decidió quedarse en Nicaragua. Sin embargo, él hizo grabaciones en Nicaragua y que hasta la fecha se comparten en Siuna por CD. El gerente del comisario, Sr. Wolf, trajo un nuevo tambor del extranjero para el Sr. Henry, el baterista quién acompañaba a Tipí. Aparentemente Sr. Wolf trajo el tambor directo a la puerta de la casa del Sr. Henry usando una de las camionetas de la Compañía. Además de tocar en las fiestas exclusivas en el Canta Gallo con el conjunto (banda), tocaba en una variedad de lugares por el pueblo. Muchos siuneños hablaron con cariño de la memoria feliz de escuchar y bailar con esta música, una memoria feliz que contrasta con tantas tragedias que ocurrieron en el pueblo en los años subsecuentes.

Además de los clubes más formales, también había muchas cantinas (bares) en Siuna. La noche más activa y peligrosa de la semana era el sábado, el día de pago. En las cantinas del barrio de La Salida, dijeron que muchas personas fueron tiradas y puñaleadas durante el tiempo de la Compañía. La religiosa Hermana María del Rey miró a un borracho atacar, con una navaja de afeitar que él robó de un barbero, a un sacerdote que intentaba hacer una misa en una de las tiendas chinas. La conducta del asaltante fue culpada por una hierba venenosa que la Hermana María del que Rey menciona varias veces, pero no hay ninguna historia de esa hierba (Hermana María del Rey, 1968, p. 96-115). También la prostitución ocurría en La salida. Otra monja describió que se veía cuando pasaba uno en caballo por el pueblo por la tarde, después de que el turno del día había terminado y los obreros se habían ido a las cantinas: “los hombres, los muchachos, y las mujeres, también, vagaban de cantina en cantina gastando sus sueldos miserables en bebida. Cada tienda aquí vende licor, no importa qué más se vende" (Hermana María del Rey, 1968, p. 47). El miedo a la Guardia Nacional moderó la delincuencia y el crimen en cierta medida. Varios siuneños dijeron que el crimen era raro en el pueblo porque los castigos de la Guardia Nacional eran severos, incluso hacían ejecuciones sin hacer juicios. Una monja de Maryknoll describió la carta blanca del: "Depende de él registrar nacimientos y muertes, mitigar disturbio, aprehender a los delincuentes, sosténgalos en la cárcel para que tan parezca bueno, y, si él así lo desea, pues ejecutarlos" (Hermana María del Rey, 1968, p. 48).

Las opiniones acerca de la Compañía y los gerentes norteamericanos

La mayoría de siuneños mayores entrevistados hablaron de la compañía y los gerentes norteamericanos con imágenes positivas o neutras. La opinión más generalizada es que la vida era buena en Siuna, durante el tiempo de la compañía. Además de añorar el tiempo de la compañía, la gente compara la época de la compañía con los años subsecuentes de guerra y destrucción, en los cuales Siuna continúa en luchas para prosperar. Un hombre entrevistado en Bluefields que había trabajado para la Compañía dijo que nunca ha regresado a Siuna ni aun para visitar porque sólo quisiera recordar como era antes, en los tiempos buenos.

Siuneños mayores enfatizaron las ventajas siguientes de vida durante tiempos de la Compañía comparados con la actualidad: la accesibilidad de agua potable y electricidad provista por la Compañía, el comisariato y la variedad de productos de consumo que se vendió ahí, los precios baratos, la disponibilidad de trabajo, y la consistencia del día de pago de los sábados. Aun cuando los sueldos no eran muy altos, la Compañía siempre pagaba a las trabajadores los sábados, una previsibilidad que los obreros, dijeron, agradecían mucho.

Una palabra que los obreros jubilados usaron una vez y otra vez para describir las personalidades de los gerentes norteamericanos, es que ellos eran rectos. El significado literal de “recto” es algo que no se tuerce, y la palabra implica también responsabilidad y diligencia. Muchos ex obreros dijeron que sólo personas haraganas entraron en discordia con los gringos. Yo no les daría un mal nombre, yo no tengo quejas sobre la compañía minera. Todo lo que usted tenía que hacer era hacer su trabajo. Hacer lo que usted tiene que hacer. Ningún problema. Varios siuneños describieron relaciones cercanas con ciertos norteamericanos particulares.

Un ex trabajador, Hernán Sosa, dijo que él salvó la vida uno de los canadienses cuando un toro trató de cornearlo. El canadiense le trajo cajas de camisas de Canadá en agradecimiento y lo invitó a trabajar en una mina en África. El señor Sosa declinó la oferta. Allen Drebert, un gerente canadiense del taller de autos, ayudó a uno de sus capataces nicaragüenses, José Rocha a emigrar a Waco, Texas en agosto de 1963. Drebert y Rocha mantuvieron una amistad íntima en Texas. Los ex trabajadores también expresaron admiración por algunos de los norteamericanos. Dos siuneños decían que Sr. John Clark (quién trabajó en el plantel de la mina de cobre en Rosita) fue: el mejor químico en el mundo." Rufino Chow, comerciante chino y futuro alcalde de Siuna, dijeron que el gerente John Plecash “me quería mucho.

Aquellos que expresaron críticas de la Compañía las limitaron a ciertos individuos, como el gerente de mala fama del pozo, el Sr. John. Un hombre dijo que él había tenido una riña a puñetazos con un gerente norteamericano en una cantina de La Salida de Wany. El nicaragüense terminó en la cárcel, e irónicamente él le pagó la fianza el Sr. John, el mismo gerente quien tuvo una reputación muy pobre con otros obreros. Unas pocas personas entrevistadas sí condenaron la Compañía y los norteamericanos fuertemente, por ejemplo un entrevistado dijo que: “los obreros nicaragüenses eran como las moscas para ellos37 (el gerentes). 36


El desastre de 1968 y su consecuencia


El 12 de agosto de 1968, la presa hidroeléctrica en el río y colapsó debajo el peso de la inundación del agua. El sistema que abastecía Siuna con la electricidad barata importantísima para la operación de la mina desapareció en una inundación. El 15 de Agosto La Prensa reportó que las lluvias fuertes inundaron 13 comunidades: Wasakínn, La Boca, Mistrook, Punta de Pan, Bambana, Pantabana, Walpatara, Woman Town, Prinzapolka, Buena Vista, Limbaki, Santa María, y río Abajo. Dos comunidades, Wasakín y La Boca, “fueron completamente arrasadas” La Iglesia Morava en Rosita hospedó a muchas de los refugiados de estas comunidades, pero no había suficiente comida y suministros médicos para sostener a ellos. El 18 de Agosto La Cruz Roja Nicaragüense anunció que parecía que nadie se había muerto en la inundación (La Prensa 1968b). Asistidos por la Fuerza Aérea Nicaragüense, el Mando Sureño (Southern Command) de los Estados Unidos mandó un helicóptero para Siuna el 24 y 25 de agosto para evacuar más de 200 personas que se habían quedado varadas en El Salto y Dos Bocas, dos comunidades ubicadas cerca de la presa derrumbada (La Prensa 1968).

Las operaciones en la mina de Siuna terminaron inmediatamente. Sin una fuente asequible de electricidad para las bombas requeridas para mantener la mina seca, la mina empezó a inundarse. Se sacaron el equipo eléctrico, las bombas, los motores, y las chanchas de la mina subterránea, y se abandonó la mina. En 1968, La Luz Mines Limited informó que en sus 30 años de operación, había molido 17, 110,114 toneladas de broza y había producido 1, 852,696 onzas de oro (La Luz Mines Limited, 1968, p. 3).

Cerca de Siuna, la mina de Rosita, también operada por La Luz Mines Limited y antes abastecida por la energía de la presa hidroeléctrica del río “Yy”, siguió funcionando. Se mudaron los generadores de diesel, antes ubicados en Siuna, para Rosita, y ahí la mina y el plantel pudieron reanudar operaciones a pleno rendimiento en noviembre de 1968, procesando 850 toneladas de broza cada día. La Compañía decidió dedicar sus recursos a la mina de Rosita, expandieron operaciones allí para procesar 2,000 toneladas por día por 1970 (La Luz Mines Limited, 1970, p. 2).

Tenía sentido económico que la compañía se focalizara en Rosita en lugar de Siuna, porque Rosita fue mucho más beneficiosa que Siuna. Por Ejemplo, en 1967 la mina de Rosita obtuvo un beneficio de USD $5.9 millones de dólares, mientras Siuna sólo ganó USd $915,000 dólares (La Luz Mines Limited, 1967, pp. 2-3). Aunque Rosita producía algo de oro y plata, su producto primario era el concentrado de cobre. El concentrado se transportaba por camión y por lancha en río hasta llegar a Puerto Isabel en la desembocadura del río Prinzapolka. De Puerto Isabel, la compañía expedía la concentración al extranjero (aparentemente para Europa) para el tratamiento final. Rosita fue rentable en parte porque se aumentó la demanda de cobre, debido a la guerra empezado en Vietnam, y subieron los precios de cobre a un nivel históricamente alto en el período de 1964 a 1969 (Edelstein N.d., pp. 39-40).

Para apoyar a las operaciones en Rosita, en Siuna la compañía mantenía el taller mecánico, el garaje, el aserradero, y algunos trabajadores (La Luz Mines Limited, 1969, p. 3). Otros trabajadores se mudaron para Rosita. Más que la mitad de los trabajadores en Siuna simplemente perdieron sus trabajos al caerse la presa.

Con la súbita perdida de la mina, las circunstancias obligaron a los residentes de Siuna a enfrentarse al desafío de desarrollar una economía independiente de la compañía. Según Hermana María del Rey, antes de la caída de la presa el gerente John Plecash fue pesimista que Siuna pudiera sobrevivir la pérdida de la compañía: “la selva devoraría las carreteras en cuestión de segundos… también, cuando nos vamos, el mercado campesino se desaparecerá. El comisariato de la mina ahora compra prácticamente todo que se cría [de ganado] alrededor de aquí” (Hermana María del Rey, 1968, p. 167). En respuesta a la pérdida del pilar económico de Siuna, la ciudad se movía hacia la agricultura y la ganadería. Aún antes de que la presa se cayera, el interés en la agricultura, como alternativa económica a la minería, había crecido en Siuna.

Un sacerdote católico organizó una cooperativa que compró frijoles, arroz y maíz de agricultores y ofreció crédito, semillas y toros para el uso de sus miembros (Hermana María del Rey, 1968, pp.172-3). Estos primeros agricultores tenían que vender sus productos al comisariato, pero como John Plecash predijo, cuando la mina se cerró desapareció ese mercado en gran parte (Hermana María del Rey, 1968, p. 174). Otros ex-empleados de la mina lavaron oro como güiriseros con equipo primitivo, por falta de alternativas económicas (Barricada, 1983).

El régimen de Somoza también facilitaba el crecimiento de la agricultura y ganadería en Siuna y por toda la región caribeña. Somoza animaba a los nicaragüenses del Pacífico, quienes no tenían terreno, que colonizaran el Caribe como una estrategia para aliviar la creciente presión de terreno en el Pacífico. Somoza consideraba que si los nicaragüenses tuvieran terrenos, sería menos probable que desafiaran al régimen. La escasez de terreno en el Pacífico se originó en la consolidación de terrenos a mediados del siglo 20 para la producción de productos agrícolas para exportarse, tal como algodón, caña de azúcar, café y ganado. Como parte de su estrategia de la colonización del Caribe, en 1976 el gobierno de Somoza mejoró el sendero que conectaba Siuna a Waslala y eventualmente para Matagalpa y el Pacífico (Cuéllar & Kandel 2007, p. 6). La carretera fue pobre y el viaje podría durar semanas, pero por primera vez, camiones del Pacífico podían llegar a Siuna. Algunos siuneños sandinistas, afirmaron que Somoza mejoró la carretera para descubrir el pequeño número de guerrilleros sandinistas escondidos en la selva alrededor.

La Luz Mines Limited sufrió otro revés serio cuando el promedio del precio del cobre se cayó de USD $0.634 dólar por libra en 1970 a USD $0.495 dólar por libra en 1971. La compañía terminó las exploraciones en Rosita y las operaciones continuaron sólo en un nivel de salvamento. En 1971 el beneficio que se ganó en Rosita fue USD $177,000 dólares, comparado con USD $3.6 millones de dólares en 1969 (La Luz Mines Limited 1971:2). El 31 de octubre del 1973 La Luz Mines Limited vendió sus propiedades en Nicaragua a Rosario Resources Corporation en cambio por 50,000 participaciones de Rosario, valorado en USD $1.3 millones de dólares (La Luz Mines Limited, 1973, p. 2). Rosario también tenía una participación de 36% en Neptune Mining Company, ubicado en Bonanza, cerca de Siuna. Rosario inmediatamente comenzó un programa de exploración para caracterizar las reservas y los valores que había comprado de La Luz Mines Limited.

Entrevistas con siuneños indican que, a los finales de los 1970, Rosario tomó medidas para volver a invertir en Siuna. Siuneños explicaron que al aumentar significativamente los precios de oro de USD $125 dólar por onza en 1976 a USD $308 dólar por onza en 1979, se renovó el interés en las propiedades de oro en Siuna. Los ex-trabajadores de la compañía Rosario dijeron que en 1978 y 1979 la compañía trabajó para reparar la carretera hacia la caída presa hidroeléctrica en el río e hizo planes para reparar la presa y construir una segunda instalación hidroeléctrica en el sitio Copalar, al oeste de Siuna cerca de la ciudad de río Blanco. También, la compañía trajo tubería de metal a Siuna para reparar el sistema de agua municipal. Pero el creciente movimiento para derrocar el régimen Somoza pronto descarriló los planes de Rosario para Siuna.


La Revolución Sandinista


El 10 de enero del 1978, personas armadas vinculadas con el régimen de Somoza asesinaron a un oponente vociferador del gobierno, el premiado jefe de La Prensa Pedro Joaquín Chamorro. El asesinato fue el principio del fin de la dictadura somocista. Miles de dolientes y manifestantes llenaron las calles en honor de la memoria de Chamorro, y EEUU canceló la ayuda militar para Somoza (Booth, 1985, pp. 159-160). El asesinato y las manifestaciones vinieron en un tiempo de frustración extensa con el régimen por malversar fondos de proyectos para reconstruir Managua, que fue destruido por un terremoto devastador (Walker, 2011, pp. 31-32).

Una alternativa a Somoza fue El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Nombrado por el antiimperialista General Augusto Sandino, inspirado por el éxito de la Revolución Cubana, e influenciado por el marxismo, el FSLN aspiró a derrocar a Somoza y construir un estado democrático. Los sandinistas modernos realizaron varias operaciones audaces, las cuales los trajeron a la vanguardia del movimiento anti-Somocista en Nicaragua.

A finales de 1978, los guerrilleros del FSLN, disfrazados como miembros de una unidad élite de la Guardia Nacional, tomaron más de doscientos mil rehenes en el Palacio Nacional. Esto forzó a Somoza negociar. En cambio por los rehenes, los Sandinistas recibieron USD $500,000 mil dólares, la libertad de 60 guerrilleros presos, la publicación de un comunicado, y derecho para salir del país (Booth, 1985, pp. 163-164). Miles de partidarios se colocaron en la orilla de la carretera del aeropuerto para ver las guerrillas que marchaban. Esta operación, además de otras, aseguró la posición del FSLN como la alternativa principal de Somoza.

A pesar del aislamiento de la costa Caribe el frente sandinista operaba en la selva alrededor de Siuna. Poco antes de la caída de la dictadura el FSLN tomó el control de los pueblos Bonanza y Rosita por ocho horas el día 28 de mayo de 1979. Siguiendo estas operaciones docenas de jóvenes del triángulo minero, idealistas pero mal preparados, corrieron a unirse al FSLN y sus guerrilleros, sólo equipados con botas de huele, productos de lata y unas pocas armas.

Los jóvenes reclutados muy pronto se enfermaron y se perdieron. El cinco y seis de junio tan sólo unas semanas antes de la caída del régimen, las tropas de la Guardia Nacional estacionadas en Siuna y Rosita descubrieron a los reclutados escondiéndose en La Rampla, Siuna y en Nueva América, Rosita. Masacraron brutalmente a 56 jóvenes, sólo ocho personas sobrevivieron (Centeno, 2010). Una mujer que había traído medicinas, alimentos y otros productos a los jóvenes guerrilleros, después de la masacre, la Guardia Nacional llegó a su casa en Siuna con una bolsa de medicinas que ella había enviado, como evidencia de su apoyo por lo que ella y su marido fueron llevados a la cárcel, pero fueron puestos en libertad con la ayuda de un sacerdote católico.

Otro hombre entrevistado, cuando ocurrió la masacre trabajaba como conductor de camiones cargados con concentrado de cobre de la mina en Rosita. Él expone que llevó en su camión a unos cuantos jóvenes guerrilleros huyendo de la desorganizada columna en desesperación. La Guardia Nacional se dio cuenta de su asistencia al FSLN, y fue puesto en una lista negra. Afortunadamente, un amigo del conductor le avisó del hecho, y el conductor se escondió por unos días hasta que el régimen de Somoza se disolvió.

A pesar de que los sandinistas fueron sobrepasados en potencia de fuego y en personal, su moral, disciplina y el apoyo del público duraron más que la Guardia Nacional. Por lo que el 13 de julio de 1979 los sandinistas controlaban la mayor parte de Nicaragua excepto Managua donde Somoza y sus militares se escondían en un bunker (Booth, 1985, pp. 174-177). Temiendo lo que se suponía sería “una segunda Cuba” la administración del presidente Carter intentó negociar un acuerdo que acabaría con el régimen de Somoza, mientras evitaba una victoria sandinista incondicional (Walker, 2011, pp. 38-40). Cuando los sandinistas continuaron rehusándose a negociar se hizo evidente que Somoza había agotado sus opciones. El 17 de julio, Somoza y sus mayores asistentes, volaron hacia Miami, la revolución nicaragüense había triunfado (Booth, 1985, pp. 179-182).

Después de la revolución, Rosario Mining Company desechó su plan de reconstruir la mina de Siuna. Un ex obrero entrevistado recordó que, él se fue a Puerto Isabel para ayudar a descargar los postes para reconstruir las líneas eléctricas, sólo para mirar los barcos zarpando apenas había triunfado el FSLN. El gobierno nacionalizó todas las minas de Nicaragua el 2 de noviembre de 1979. Según el periódico estadounidense Wall Street Journal, el FSLN pidió a Rosario Mining administrarles las minas y le prometió compensación por los activos perdidos (Wall Street Journal, 1979). En su reportaje sobre la nacionalización, sin embargo, el diario oficial de los sandinistas fue menos diplomático: “las compañías extranjeras no solo hicieron daño ecológico en nuestro territorio, sino también un profundo daño humano que hereda una generación enferma, débil, y pobre que ya no se repondrá más porque su vida quedó bajo las minas y en los bolsillos de tres consorcios foráneos” (Barricada 1979).
Todos menos tres de los supervisores extranjeros se marcharon días antes de la nacionalización.

En la entrevista a un creole siuneño, quien había sido un capataz en la mina, sobre los días después de la revolución. Siguiendo la partida de los supervisores extranjeros, los oficiales sandinistas llegaron a examinar las instalaciones mineras. Supuestamente el siuneño llevó a los visitantes a la oficina del cajero para mostrarles las cajas de madera preciosa llenas de oro. Los oficiales del gobierno se negaron a creer que las cajas de madera contenían oro, así que el trabajador obedientemente desenvolvió una de las cajas para mostrar las barras de oro envueltas en hojas de aluminio. Les tomó seis días a los sandinistas para asegurar un avión para transportar el oro de regreso a Managua. Todos los días, dijo el hombre, él bajo la colina donde quedó la oficina de la mina, trayendo hacia la pista de aterrizaje para esperar el avión.

En Siuna se dio a efecto una ceremonia de nacionalización donde estuvo presente Carlos Mejía Godoy la voz musical de la revolución de Nicaragua. Al menos una de las canciones de Godoy, “La tumba del guerrillero” hace mención a Siuna: “Guerrillero, vos nacés de nuevo en la carabina, 
en los bronquios de Pedro el minero que en Siuna murió”. Aunque la mina en Siuna fue nacionalizada, quedó cerrada excepto para la minería artesanal que realizaron los güiriseros de manera individual.

Después de la revolución la mayoría de los comerciantes chinos huyeron de Nicaragua. Muchos siuneños, incluyendo los dos chinos nicaragüenses que entrevistados dijeron que los chinos huyeron por temor a las tendencias anti-capitalistas de los sandinistas, especialmente porque tuvieron las experiencias directas del régimen comunista de China. Sollis (1989) escribe que los comerciantes chinos en Waspam huyeron por temor a ser castigados por haber fijado precios entre ellos, pero no se escuchó ninguna acusación de tal fijación de precios en Siuna.


La guerra de la Contra


La administración de Ronald Reagan, quien fue elegido presidente de los Estados Unidos en noviembre de 1980, se propuso hacer una política coordinada por todo Centroamérica para promover movimientos y gobiernos derechistas, a pesar de sus abusos a los derechos humanos. En Nicaragua, la administración de Reagan patrocinó a un grupo de contra-revolucionarios derechistas (llamados Contras), que atacaron al Gobierno Sandinista. En 1982, estuvieron atacando y destruyendo puentes, refinerías de petróleo, y otros blancos de infraestructura. Más tarde la CIA se involucró directamente, destruyendo los suministros de petróleo y minando el puerto de Corinto de Nicaragua. En 1984 el número de soldados Contras alcanzó los 14000 y los Estados Unidos implementaron un embargo comercial por completo en Nicaragua. Nicaragua mantuvo una economía dependiente en la exportación y el embargo tuvo efectos devastadores igual que lo hizo la contra (Walker, 2011, pp. 47-55). Los sandinistas comenzaron a pagar por las crecientes demandas a su gobierno imprimiendo dinero, que causó una cabalgante inflación. Los niveles de inflación llegaron tan fuera de control que obligaron al gobierno a ponerle sellos de más altas denominaciones en los billetes ya existentes, en vez de imprimir billetes nuevos.

Dentro de la crisis de la guerra de los contras el gobierno sandinista hizo intentos para reabrir la mina de Siuna, pero esos esfuerzos fracasaron. Se trajeron, de los países comunistas del bloque del Este, equipamiento e ingenieros para ayudar a reconstruir, pero esta ayuda resultó infructuosa. Por el embargo, no se podía conseguir nuevo equipamiento o repuestos de los Estados Unidos. El alto capital requerido para reconstruir la infraestructura no fue accesible por la pobre economía de Nicaragua. Según el periódico oficial sandinista, en 1983 la mina empleó a 551 personas, mientras que otras 700 personas trabajaban como güiriseros independientes (Barricada, 1983). Según lo que relatan las historias orales, la mina no produjo mucho durante los inicios de los años ochenta, y las operaciones mineras industriales en Siuna cesaron definitivamente en octubre del año 1984 (Dinarte et al., 1989). En el año 1983 los sandinistas lograron un acuerdo con la compañía minera Rosario por haber confiscado sus activos, y pagó a la compañía minera la cantidad de USD $8.8 millones de dólares por sus activos en Siuna y Rosita (Seib, 1983).

En el contexto de la creciente guerra civil, los sandinistas rechazaron los esfuerzos de los miskitus en la región caribeña por establecer más autonomía indígena. El FSLN, quien estaba inspirado por la consciencia de clase Marxista, y no por la identidad étnica o indígena, vio poco espacio para ejercer más control político en manos de indígenas locales (Hale, 1994, pp. 99-101). En noviembre de 1981 el FSLN arrestó a líderes miskitus quienes eran críticos de los sandinistas y este movimiento provocó que muchos miskitus se unieran a la Contra. (Pineda, 2006, pp. 192-193). El conflicto fue exacerbado cuando el FSLN forzó una evacuación de miles de miskitus de un área lejana y de intenso conflicto en las orillas del río Coco, que hace límite con Honduras (Walker, 2011, p. 49). Durante la evacuación, soldados sandinistas ejecutaron hasta 150 prisioneros miskitus.

En repuesta a ello la Contra se propuso como meta la destrucción de las instalaciones mineras que se habían construido a través de décadas. Ahora que las minas fueron nacionalizadas, las instalaciones no simbolizaron las corporaciones extranjeras sino el Frente. En septiembre de 1983, la Contra destruyó un remolcador de rio, el Rosita II, en el río Prinzapolka, cerca de Limbaika. En octubre de 1983 un contingente de contras, que era en gran parte miskitos, destruyeron el muelle de Puerto Isabel que la compañía había construido en el año de 1959. Los contras utilizaron el diesel y la gasolina embodegada en Puerto Isabel para quemar el muelle de madera. En 1984 los contras quemaron Limbaika incluyendo el taller de mecánica y varias casas grandes construidas para los jefes extranjeros. De 1985 a 1987, no había muchos conflictos en el área de Siuna ya que los contras se reagrupaban en Honduras, en campamentos de entrenamiento financiados por la CIA (Lemoyne, 1987c).

Durante los años 80, los sandinistas exigieron de los jóvenes varones dos años de servicio militar (Walker 2011, pp. 50-52). En Siuna como en toda Nicaragua, el servicio militar dividió a las familias, con padres y hermanos luchando en lados opuestos. En adición al servicio militar requerido por los sandinistas, muchos hombres fueron forzados a unirse a los contras (Lemoyne, 1987). Varios siuneños contaron historias tanto de los contras como de los sandinistas, matando a muchos por reusarse a unirse a sus filas. Dos hombres, uno en Siuna y el otro en Bonanza, dijeron que fueron secuestrados en su adolescencia por los contras y que fueron trasladados a los campamentos de entrenamiento en Honduras. Ambos hombres huyeron de estos campos sólo para ser reclutados por el ejército sandinista.

También, los sandinistas organizaron a los agricultores de subsistencia en el campo alrededor de Siuna, haciendo cooperativas en Uly, Labú, Wany, Floripón, Hormiguero y Rosa Grande. Los miembros de las cooperativas fueron armados y ese sistema se designó para proteger a los civiles de los ataques de los contras (Lemoyne, 1987c). Sin embargo, las personas que se negaron a unirse a las cooperativas y se mantuvieron independientes en sus fincas perdieron el acceso a las raciones alimenticias del gobierno, y fueron inmediatamente sospechosos de apoyar a los contras. Las patrullas sandinistas frecuente y arbitrariamente atacaron y mataron a estos agricultores independientes y a sus familias (Lemoyne 1987a).

Siuna sufrió desproporcionadamente durante la guerra civil a causa de su aislada localización cercana a los campamentos de los contras en Honduras. No sólo las familias fueron separadas por la oposición armada, la ciudad en sí misma fue objeto de una de las más grandes batallas de la guerra. Después de dos años de un relativo silencio los contras lanzaron una ofensiva importante en Siuna, Rosita, y Bonanza en la madrugada de diciembre 20 del 1987, como un despliegue de fuerza en medio de las negociaciones de paz. Hasta 3000 soldados contras atacaron los tres pueblos a la vez (Lemoyne, 1987d). Muchos siuneños se escondieron en túneles de minería, mientras los sandinistas corrieron a defender la ciudad. Los contras destruyeron una estación de radares y una bodega de armas en Siuna. A diferencia con lo que pasó con Sandino décadas antes, los contras no tocaron las instalaciones mineras. La fuerza área sandinista bombardeo algunas partes de Siuna durante la batalla para obligar a los contras a retirarse, pero los rebeldes se tomaron la ciudad durante ocho horas antes de su retirada. Aunque el número preciso de bajas se desconocen, docenas de soldados de ambos bandos, así mismo como civiles, fueron heridos o matados. Un doctor de Alemania Federal que estaba trabajando en Siuna reportó al periódico estadounidense The New York Times que él atendió a setenta civiles afectados durante el ataque (Lemoyne, 1987d).

A pesar de los ataques exitosos perpetrados por la contra-revolución tales como la ocupación de Siuna en 1987, en los finales de los años 80 la contra fue humillada pero no derrotada. En 1987 Nicaragua promulgó una nueva constitución y una ley proponiéndose conceder a los pobladores del Caribe más autonomía. La aprobación del Estatuto de Autonomía de las regiones de la Costa Atlántica de Nicaragua vino a disminuir la participación de los indígenas miskitus con la contra revolución (Walker, 2011, p. 54). No obstante, los esfuerzos de negociación para poner fin a la guerra antes de las elecciones programadas para 1990 volvieron a fracasar (Hazel, 2007, p. 24).

Tan sólo unas semanas antes de las elecciones de 1990, la tragedia otra vez golpeó a Siuna. En la noche de Año nuevo de 1990, cuatro clérigos católicos viajaban en una camioneta de Siuna a Puerto Cabezas, para participar en una convención de la iglesia, y en el camino a Siuna - Rosita fueron emboscados en la comunidad Ojo de Agua. La camioneta fue alcanzada por una granada propulsada por cohete y con fuego de armas de bajo calibre. La Hermana Maureen Courtney de Milwaukee, Wisconsin y Teresa Rosales, hermanas de Puerto Cabezas, murieron en el ataque y los otros pasajeros se lastimaron gravemente. Una investigación de Human Rights Watch (El Observatorio de los Derechos Humanos), determinó que la Contra Revolución emboscó y asesinó a las monjas católicas (Americas Watch, 1990).

Los Sandinistas habían ganado fácilmente en las elecciones democráticas de 1984, pero perdieron apoyo en cuanto que la guerra continuara y la economía se deteriorara. En las elecciones de 1990 una coalición opositora guiada por Violeta Chamorro, la viuda del martirizado editor del diario La Prensa Pedro Joaquín Chamorro, derrotó a los Sandinistas (Hazel, 2007, p. 24). La victoria de la UNO (Unión Nacional Opositora) no fue tanto un repudio hacia el movimiento Sandinista sino una expresión del deseo del electorado en favor de la paz. Según los Sandinistas, los nicaragüenses votaron “bajo amenazas” (Walker, 2011, pp. 57-8).

La presidenta Chamorro enfrento una amenaza inmediata de violencia ininterrumpida entre La Contra y el ejército, que fue controlado por los Sandinistas. Chamorro rápidamente desarrolló un “protocolo de transición” con los Sandinistas, autorizó que el control del ejército siguiera en manos de los Sandinistas, bajo el liderazgo de Humberto Ortega (hermano del ex presidente Daniel Ortega), y empezó una desmovilización de los Contras (Hazel, 2008, pp. 32-33).


La postguerra en Siuna


Siguiendo el fin de la guerra civil, el gobierno de Chamorro no solamente intentó desarmar la contra, sino también reducir rápidamente redujo de tamaño al ejército; pasando de 87,000 soldados en 1990 a 15,000 en 1994 (Rocha, 2001b). A pesar de la desmovilización, el gobierno de Chamorro fue incapaz de proveer el soporte económico a los muchos combatientes desmovilizados para que se reintegraran en la vida civil, especialmente en el área alrededor de Siuna. Algunos ex contras (conocidos como Recontras), ex soldados Sandinistas (Recompas), y grupos combinados (revueltos) permanecieron armados y chocaron con el gobierno y con la misma población durante los años 1990 (Walker, 2011, pp. 65-66).

Una parte de los grupos armados fueron bandas criminales apolíticas mientras los otros tuvieron ideologías políticas (Rocha, 2001a). El más activo de los grupos armados en Siuna fue el grupo de la Recontra conocido como El Frente Norte 3-80 y el grupo de Recompas del Frente Unido Andrés Castro (FUAC) (Rocha, 2001b). El Frente Norte 3-80 estaba compuesto por contras anti-Sandinistas extremos, que quisieron desbancar al Ejército Sandinista, ya en ese entonces nombrado como el Ejército de Nicaragua (Rocha, 2001b). En el otro lado, estaba el FUAC cuya misión era luchar contra el Frente Norte 3-80 y terceros para defender las cooperativas que el FSLN había organizado y constituido durante los años 1980 (Rocha, 2001b). Los líderes del FUAC fueron ex militares Sandinistas frustrados por la falta de apoyo económico para la transición a la vida civil. Ellos esperaron obtener concesiones del gobierno, especialmente la apropiación de títulos de tierras (Rocha, 2001b).

Rufino Chow Saballos, fue el alcalde de extrema derecha (liberal) en Siuna durante los años 1990. El señor Rufino al ser entrevistado, dijo que él sostuvo un encuentro en una remota selva con el FUAC. El FUAC invitó al Chino Rufino Chow y a los alcaldes de Rosita y Bonanza para una reunión, a la cual él fue el único que se dispuso a participar. Lo acompañaron dos capitanes del ejército, ya en el punto de convergencia él se vio forzado a entrar solo al campamento del FUAC. Ya en el campamento del FUAC, Chow se sentó sobre la tina de una camioneta y transcribió, en una máquina de escribir que había traído, una carta dirigida al presidente Arnoldo Alemán, que le dictó un líder del FUAC, conocido con el apodo Camilo Turcios. La carta describió la frustración que sentía el FUAC por el poco apoyo y compensación que los soldados Sandinistas habían recibido al final de la Guerra Civil. Luego de la mayor parte del FUAC fueron desarmados en día de Navidad, Camilo Turcios visitó a Chow en Siuna para pedir ayuda, en buscar algo de empleo para sus ex guerrilleros. El gobierno hizo poco para cumplir las promesas de proveer oportunidad económica a los veteranos militares Sandinistas a cambio del desarme (Rocha, 2001b).

En 1999, las porciones del FUAC que quedaron armadas secuestraron en Bonanza a Manley Guarducci, un ingeniero canadiense, y a Orlando Rocha, un soldado nicaragüense; los rehenes fueron más tarde puestos en libertad ilesos (BBC World Service, 1999). Por gran parte el FUAC se disolvió después de que sus tres líderes murieran en 2000. Camilo Turcios fue guiado para una reunión con un camarada que resultó ser una trampa, el segundo líder fue abatido a tiros delante del cementerio Siuna, y un radio estalló matando al tercer líder. Ninguno de los asesinatos de los líderes FUAC han sido solucionados (Rocha, 2001b).

Al mismo momento que Siuna le estaba haciendo frente a estos problemas de seguridad, el americano hombre de negocios Nelson Bunker Hunt fundó la compañía Hemco en 1995 para explotar las minas de Bonanza (Bloomberg Businessweek, 2014; Coffey, 2013). Hunt también exploró la posibilidad de reabrir la mina La Luz en Siuna, pero últimamente decidió no a echarla a andar (Otis, 1994). Yamana Gold compró la concesión de la mina La Luz a mediados de los años 2000, e hizo perforaciones de experimentación. La histórica mina La Luz ubicada en el centro de la ciudad Siuna, ahora es propiedad de la empresa canadiense Calibre S.A. Calibre actualmente está realizando extensas exploraciones en concesiones que posee en todo el Triángulo Minero (Calibre Mining, 2014).

Además de la exploración de minería, en la postguerra, se vio un incremento en agricultura, ganadería, y la tala forestal en regiones rurales alrededor de Siuna, las que durante la contra guerra habían sido demasiado peligrosas para habitar. Como la situación de seguridad empezó a mejorar con el paso del tiempo muchos nicaragüenses del Pacífico comenzaron a emigrar hacia el área rural de Siuna en busca de tierras baratas para trabajar (Cuéllar & Kandel, 2007, p. 30). Esta migración hacia el este representó una continuación de la inmigración que había ocurrido antes de la revolución Sandinista. Debido a esa inmigración, Siuna experimentó un crecimiento demográfico paso de 10,714 habitantes en 1977, a 36,000 en 1999, luego a 53,000 en 2003, y finalmente a 64,000 habitantes en 2005 (INEC, 2005; Rocha, 2001a).

El avance de la frontera agrícola sigue un patrón típico: de los bosques se extrae la madera preciosa, luego se hacen quemas con el fin de cultivar y producir arroz, frijoles y maíz por unos años. En cuanto que el suelo se vuelve infértil, entonces se transiciona a potreros para criar ganado. Dicha estrategia de roza, tumba y quema ha provocado una asombrosa devastación lo cual significo que Siuna paso de tener en 1971 una cantidad de 246,000 manzanas dedicadas a la agricultura a 609,000 manzanas en 2001 (una manzana iguala 1.7 acres) (Cuéllar & Kandel, 2007, p. 30).

El avance de la frontera agrícola también se expandió hacia la reserva natural Bosawas, la reserva más grande en Nicaragua (Rocha, 2001a). La pérdida del bosque ha causado una desbastadora erosión y amenaza a los recursos hídricos de Siuna. Además, la explotación de la madera es influida por la corrupción, los funcionarios del gobierno hacen la vista gorda a aliados políticos haciendo la tala forestal ilegal (Rocha, 2001a).

A pesar de la deforestación y la violencia de la postguerra, también se vio un progreso en Siuna, ahora se cuenta con un Recinto Universitario de la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe de Nicaragua (URACCAN) así como extensiones en Waslala, Rosita y Bonanza, desde la cual se posiciona desde el 2008 al 2009 mientras estudiaba la historia de Siuna. El servicio de telefonía móvil y el acceso a Internet llegó en 1998, actualmente los teléfonos móviles y el acceso a internet son muy comunes y están disponibles en el municipio de Siuna. La red eléctrica que proporciona la energía eléctrica a la población de Siuna está ahora conectada a la red eléctrica nacional, lo que ha mejorado la fiabilidad. Además, la situación de seguridad ha mejorado notablemente en Siuna tanto en el área urbana como rurales en la última década.

Conclusiones

Que las opiniones en buena parte eran favorables sorprende, teniendo en cuenta que los norteamericanos controlaron exclusivamente las ganancias de la mina, que innumerables mineros murieron de silicosis, y que después de que se fueron los extranjeros, el Gobierno Sandinista animó a los nicaragüenses a considerar la Compañía como ejemplo del colonialismo extranjero.

Seguramente la identidad como autora norteamericana debe de haber influido en las opiniones de los trabajadores ancianos, en las entrevistas realizadas sólo se escucharon suaves críticas. La sospecha creció después de que dos siuneños antiguos preguntaran si mi padre u otros parientes habían trabajado para la compañía.

Hacia el fin de mi estadía en Siuna, un profesor de la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense (URACCAN), me prestó una copia de la novela Balastro por el Nicaragüense Pedro Avellán Centeno, que incluye una descripción novelizada de Siuna durante el tiempo de la compañía. En el libro, se refiere a los norteamericanos como machos, una palabra en español que implica la masculinidad exagerada, habilidad sexual, fuerza, agresión y la arrogancia. Cuando pregunté a unos siuneños si era verdad que los trabajadores se referían a los norteamericanos como machos, ellos sonrieron o se rieron. Sí, me dijeron, llamamos machos a los Norteamericanos por qué ellos golpearon a los trabajadores o porque eran bravos. Sin embargo, este detalle, no cambió la impresión positiva de la compañía y los norteamericanos que escuché de los siuneños ancianos.

Mirando hacia atrás, escuché pocas críticas hacia la compañía no por el hecho de que soy estadounidense, sino debido a dos factores mucho más importantes. En primer lugar, la vida durante el tiempo de la compañía de 1950 y 1960, se compara favorablemente con las luchas que sufrieron en Siuna, y en toda Nicaragua, en las décadas subsiguientes. Sin embargo, probablemente aún más importante es el hecho de que, la mayoría de las personas que entrevisté tuvieron buenos trabajos como capataz, trabajador de taller, o choferes de camión. Pocas de las personas que entrevisté realizaban los trabajos duros dentro de la mina propiamente dicha. Muchos de estos mineros, quienes fueron en gran parte miskitus, murieron de silicosis como resultado de sus labores subterráneas. A estas páginas le faltan las voces de estos mineros, pero yo imagino sus evaluaciones de la compañía serían mucho más críticas.

Cuando llegué a Siuna por primera vez en 2005, me bajé de una avioneta de una sola hélice en una pista de aterrizaje de tierra, y entré a un pueblo que parecía a un mundo de distancia de la ciudad de Nueva York, Washington D.C. o incluso de Managua. Compré una Coca-Cola en la única calle pavimentada en la ciudad y vi algunos campesinos montados a caballo en las calles. El dueño de la tiendo echó la soda de la botella de vidrio en una bolsa plástica con una pajilla para que yo la llevara mientras caminaba por las calles. Miré lo que había de venta: Herbicidas, medicinas veterinarias, machetes, botas de hule, y, por supuesto, oro. La soledad y la rudeza inmediatamente me cautivaron, pero, a través de los años, que había estado estudiando la historia de Siuna, mi percepción inicial, de que este era un lugar en la frontera de la civilización, cambió. En lugar de eso, aprendí que Siuna había estado en el centro de la economía y política de Nicaragua y de mi propio país desde su mero comienzo.

El primer descubrimiento de oro reportado en el periódico estadounidense The New York Times; la familia Fletcher usando su influencia en Washington para asegurar su inversión; el héroe nacional nicaragüense destruyendo la mina, un símbolo del colonialismo; la batalla por Siuna en un punto crítico en la guerra civil nicaragüense- Siuna siempre ha estado en medio, y no de la periferia de la historia. Hablar con los siuneños mayores y leer informes de periódicos viejos y amarillentos dio un nuevo significado a mis caminatas por Siuna. En vez de un edificio purulento detrás de una cerca vieja, vi el centro de las instalaciones eléctricas de la más grande mina de oro en Latinoamérica. Mientras yo trepaba la colina más alta en la ciudad, imaginé la facilidad de radar que en aquellos tiempos ocupó ese lugar, volado en pedazos durante el ataque de la contra en 1987. Miré fijamente las aguas turbias del pozo de la mina, imaginándome el Canta Gallo ahogado en alguna parte de abajo.

La historia de Siuna es ambigua. No se puede simplificarla en una historia de explotación capitalista o de revolución izquierdista. Las narraciones de los siuneños mayores que escuché fueron demasiado complicadas para caber tan claramente dentro de mis expectativas. Yo pensé que iba a escuchar historias de compañías extranjeras explotando a la gente y el medio ambiente, y ciertamente, éste fue un aspecto principal de la historia. Pero también escuché acerca de amistades cercanas entre los gringos y los siuneños, y la violencia devastadora y la pobreza que Siuna soportó hasta después del fin de tiempo de compañía. Dados esos horrores, no es de sorprenderse que muchos siuneños antiguos reflexionen sobre la era de la minería con nostalgia.

¿Qué le depara el futuro? Quizás Siuna verá que su ganado y producción lechera se vuelven más sostenibles y provechosos. O puede que las nuevas oportunidades agrícolas emerjan. En un viejo colectivo sandinista en Rosa Grande hice una visita, los agricultores fueron optimistas acerca de sus nuevos esfuerzos para cultivar cacao para chocolate. Ellos venden su cacao para los distribuidores internacionales y para los mercados locales en Siuna y obtienen buenas ganancias. Como un beneficio adicional, los árboles de cacao proveen un follaje boscoso protector que se necesita desesperadamente en un área que ha sido deforestado indiscriminadamente.

Como el precio de oro continúa aumentando incontrolablemente, una mina de oro puede reabrir. Una nueva era de tiempo de la compañía puede comenzar, con todos sus beneficios asociados y aspectos negativos. Mi esperanza sería esa en una nueva era de minería, los Siuneños podrían recibir más de la ganancia del recurso que es legítimamente de ellos. Entre 1938 y 1968, la Mina la Luz produjo 1, 852,696 onzas troy de oro (La Luz Mines Limited, 1968). El oro valdría aproximadamente USD $22 billón dólares en 2010. En comparación, el PIB de Nicaragua en 2009 fue estimado como USD $6.372 billón dólares y su presupuesto nacional fueron estimados como USD $1.324 billón dolares (CIA World Factbook, 2010). Si una mera fracción de las ganancias hubiera sido guardada en nombre de los niños de Siuna, ¿de qué oportunidades educativas y económicas podrían disfrutar hoy? Mi esperanza es que la historia de Siuna inspirará a los Siuneños de hoy a abogar a favor del futuro de su pueblo increíble.

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1 Esta investigación se realizó contó con financiamiento de la fundación Fulbright. La traducción al español estuvo a cargo de: Eduardo Hernandez Herrera, Ermitaño Allen Kinsman, Alexander Esmir Mercado Aguilar, Eder José Peralta Coban, Snayder Jarol Robinson, Jimmy Esmir Rodríguez Pérez, Isidro Porfirio Rodríguez Soto, Onrry Bayardo Romero Zeledón, Ervin Roques Monges, Keyling Judith Sanchez, y Wesley Sequeira Heat. En la edición participaron: Fredy Leonel Valiente Contreras, Lauren Schenkman (Fulbright Foundation) y Julia Arguello. Esta obra está autorizada bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-No Comercial 4.0 Internacional.

2 Licenciado, becario Fulbright: E-mail: [email protected]

3 En 2015, según base de datos de URACCAN, CISA Las Minas, se estima que la población del municipio es de 120,000 personas, con 16,800 personas en la zona urbana.

4 Texto original en inglés: “The journey to the mines is a dreadful one, and has deterred the search for the treasures ero [sic] this. It is difficult to conceive the dangers which must be passed. First, there is a four days’ journey in a pierogue up the river to the rapids. The latter are terrific, and it takes four days of careful and constant work to get through them. Then the daring gold seeker is confronted with a tropical jungle, so thick that every step of the way must be cut through with machetes” (New York Times 1891).

5 Scorey (1920) dice que Aramburó, el primer propietario de una mina en Siuna, era español, y García Izaguirre (1998) que era vasco. El nombre Aramburó es de origen vasco.

6 Un siuneño anciano indicó que Aramburó se encontró con “Seuna” por primera vez en la comunidad de Wani.

7 Otra historia indica que el nombre Siuna es origen de la palabra español suampo (García Izaguirre 1998, p. 6.)

8 Hermana María del Rey (1968:18-19) provee un relato similar, no obstante, el cateador se identifica como un alemán, Heizmann, en vez de José Aramburó. Dando el uso extensivo de seudónimos en el libro de la Hermana María del Rey, es posible que Heizmann es un seudónimo por Gusta Schultz el cateador identificado en 1891 en un artículo del periódico estadounidense The New York Times.

9 Texto inglés del original: A 1915 “Report on the Potosi, Atlas, New America, Minerva, and La Libertad Mining Properties, Nicaragua” by mining engineer H.P Henderson of New York states: “All of the gold discoveries of eastern Nicaragua are said to have been made by Indians. About 26 years ago a man named Schultz was taken to Siuna creek by an Indian, as the source of a nugget in the latter’s possession, and placer operations were immediately started on ground that is now included in the Potosi property” (Thayer Lindsley Records, 1915, p. 10).


10 Hay confusión sobre la fecha exacta de la compra de la mina La Luz y Los Ángeles por el grupo de Pittsburgh. Scorey (1920:6) escribe que la mina fue comprada en julio de 1905 por un grupo de Pittsburgh dirigido por Thomas B. Riter. Por contraste, citando los archivos de Adolfo Díaz, Gismondi y Mouat (2002: 859) indican que James Dietrick de Pittsburgh compró la mina en 1904.

11 Se ha especulado que Knox el mismo fue un accionista en La Luz and Los Angeles Mining Company (cf. Macaulay 1967:119). No obstante, en su exhaustiva investigación de este dato, Gismondi y Mouat(2002) no encontraron evidencias que Knox fue un accionista.

12 Papeles de Diaz archivados en la universidad de Tulane confirman la memoria de Juan Blanco, que Díaz fue dueño de unas minas en Siuna. Él compró la mina de Potosí en 1914 y otro concesión en 1930 (MacLeod, 1998).

13 Texto original en inglés: “according to one of his admirers, Sandino was obsessed with the idea of ravaging these American mines, for he considered them a source of much of his country’s troubles.” (Macaulay 1967, p. 119).

14 Texto original en inglés: “So great was the explosion at La Luz, which is in the Prinzapolka district, that trees more than a mile away were uprooted and felled, according to the cashier at the mine, a Mr. Brown. Brown, who had seen the rebels approaching, was hidden in the brush to await their departure when the terrific blast occurred” (New York Times, 1928b).

15 En 1941 y 1942, William MacDonald, trabajando por parte de La Luz Mines Limited, exploró una opción de la compañía en la propiedad del Topaz, ubicado 60 millas exactamente al oeste de Bluefields. La compañía no llevo a cabo esta opción en la propiedad del Topaz (La Luz Mines Limited 1941:5, 1942:7.)

16 Texto original en inglés: “Returned yesterday from La Luz... As it appears to me, the La Luz is pretty well worked out... I would not believe there would be any profit by buying into the project ... There is much confusion and conflicting authority on the job,due largely to Mr. Fletcher’s idea of remote control... Adolf Diaz will return the 19th and probably will make some changes in La Luz management... had a mild bandit scare at La Luz. They reinforced the Guardia detachment, and sent out warnings, but nothing happened. Have had a very pleasant visit so far. A sprinkling of red bug bites and some profane perspiration being the extent of the hardships. The La Luz was a lucky assignment for a tenderfoot in this country...” (archivos de Tonopah Mining Company, 1936).

17 Se dice que el río “Yy” fue nombrado por hablantes de inglés porque había una bifurcación en el río que parecía a la letra y.

18 Texto original en inglés: “In the center of the plantation, surrounded by tall fences and manicured hedges and lawns, is the luxurious housing complex reserved for the top echelons of management, called the White Zone. It includes an exclusive sporting complex known as the club, with a nine-hole golf course, a swimming pool, a bowling alley, a tennis court, and an air-conditioned bar and movie hall. For the vast majority of the plantation population access to the club and the White Zone is strictly forbidden” (Bourgois 1989:4).

19 Una pista de aterrizaje más pequeña había sido ubicado previamente en el barrio Campo Viejo de Siuna: "Este aeródromo, siendo limitado a aviones como trimotores de Ford y DC-3, fue reemplazado con una pista mucho más grande, capaz de caber aviones como el C-46. Hasta la realización del último campo de aviación, el equipo pesado y voluminoso fue transportado por el río a Amparo, y de ahí por tierra a la propiedad" (Plecash y Hopper 1963:634). Los residentes mayores de Siuna creen que varios aviones chocaron en la pista vieja, y que esto también incitó la construcción de la nueva pista. La nueva pista todavía está en uso hoy.

20 Texto original en inglés: “deep in the heart of Nicaragua’s dense mountainous interior: the gold mining town of Siuna, a town that keeps going, amazingly enough, thanks to jet-equipped planes!”

21 Texto original en inglés: “The Government of Nicaragua is a military dictatorship and is firmly under the control of the dictator, General Somoza... I am firmly convinced that this type of government is the only practical one for a country such as Nicaragua even if our own State Department does not concur with this opinion. The people of Nicaragua are not far enough advanced to live under a democratic system such as we know ... Regarding the company’s relations with the Nicaraguan Government, these have always been very friendly and we have found the Nicaraguan Government extremely cooperative. The Nicaraguan officials have stated publicly that they need foreign capital and technical assistance in order to develop and exploit their natural resources and they are only too happy and pleased to encourage investments of this type in the country ...” (Thayer Lindsley Papers, 1950).

22 Un anciano, viejo residente de Alamikamba me explicó en Mayo de 2009 que las compañía de Cuyamel y de Standard Fruit había operado, o había comprado los bananos, en el área de La Cruz de río Grande de Matagalpa. La Compañía de United Fruit (United Fruit Company) compró la compañía Cuyamel Fruit en 1929 (Kepner y Soothill 1935:131). La Compañía de United Fruit en Nicaragua tenía su oficina central en Bluefields, y la compañía Standart Fruit en Nicaragua tenía su oficina central en Puerto Cabezas (Pineda, 2006, pp. 111-118).

23 Texto original en inglés: “This [the Potosi] is the property that won the first premium at the St. Louis Exposition on eleven bags of ore with the best geological description on exhibit. This ore was from a vein called the Canto Gallo” (Thayer Lindsley Papers 1914).

24 Un seudónimo.

25 Texto original en inglés: “The peasant producer lives in a system that is aimed at the satisfaction of an array of qualitatively defined needs; contrarily, the capitalist and the capitalist system have the aim of limitless capital accumulation” (Taussig, 1980, p. 25).

26 Texto original en inglés: “From this concrete condition of critical comparison the devil- beliefs emerge, as the situation of wage labor in the plantations and mines is contrasted with the drastically different situation that obtains in the communities from which these new proletarians have come, into which they were born, and with which they still retain personal contact” (Taussig, 1980, p. 19).

27 Algo de interés, este minero jubilado recuerda la fecha exacta en qué se derrumbó la presa hidroeléctrica del río Yy, el 12 de agosto de 1968.

28 Cita original en inglés: Yah [I remember the strike.] The sindicato [union] the people them, they came. Plecash [the Manager] came, and say, “Work! Work! Work!” But the people, no they won’t. But Somoza and the Company were just so, you know. They were just so. So the company sent to Somoza. And Somoza say, “Wait a while,” he say, “I’m going to send down some of my people them and things. So the plane come down, so everybody come out to the field, you know, and things. So the guy who is going to give the speech he say, “I come here for one reason,” he say. “You people wishing, looking to strike, you do this thing right now: Get up and go back to work right now! So when he said that everybody get up and they gone back to work again! [laughs]... yah, they get a little scared.

29 Texto original en inglés: “The supply of labour is adequate, and a good percentage of the Nicaraguan employees are capable of acquiring the ability to perform the duties assigned them quite satisfactorily. The Nicaraguans are inclined to be a cheerful people and, on the average, are quite friendly. Law and order is maintained by National Guards, who are stationed throughout the country” (Plecash and Hopper 1963:624).

30 En su historia, Hermana María el del Rey usa el seudónimo "Charles Judson" para John Plecash.

31 Texto original en inglés: “All the rain may be the farmer’s delight but we roadbuilders take a dim view of it. We’ve made one hundred three miles of road here; it cost us a million dollars... roadmaking can’t be a year-round job here. From June to January the rain stops us. That’s when we struggle to maintain what’s already built” (Hermana Maria del Rey 1968:166).

32 Texto original en inglés: “In the early days the pozeros [underground mine workers] were forty per cent Spanish, ten per cent Jamaican Negro and fifty per cent Miskito Indian. Now the Jamaicans are practically out of the ‘hole,’ the Spanish are only twenty per cent, and the Miskitos constitute eighty per cent” (Hermana Maria del Rey 1968:169).

33 Texto original en inglés: “On Luk Yong, seated on a rough stool just inside his doorway, would take a jeweler’s glass carefully out of his pocket, remove the old leather wrappings and adjust it deliberately in his eye... The glass, of course, detected flaws [in the gold]. The tiny scales he kept on his counter had Chinese figures... And Rodrigo would go back to the hut he shared with Ramon, delighted with the new shirt, the bag of black beans and the few pieces of money allotted to him” (Hermana Maria del Rey, 1968, p. 20)

34 Texto original en inglés: “I grew up in The Zone... and always felt I owed some service to the people of Prospero [Siuna]. So as a nurse, I returned for a year to help the clinic here” (Hermana Maria del Rey, 1968, 160).

35 Texto original en inglés: “We lost $7,000 last year [1967] over there. We try to break even but the books always come out red. Basic commodities—rice, beans, sugar, work clothes, etc.—are sold away below cost. We try to make up the loss on cosmetics, ribbons, fancy clothes. Try—but never do” (Hermana Maria del Rey 1968:168).

36 “I went to the movies almost every night in Prospero [Siuna]. All social classes meet in the big wooden building, so much like a tobacco-drying shed. Canadians, Americans from the Zone, Jamaicans, Spanish, Chinese shopkeepers, and a few Miskitos sit on benches below or pay extra for seats in the balcony. Children are half price; dogs are free. You can buy popcorn from a machine, if you wish, or get a cool drink” (Hermana Maria del Rey 1968:140).

37 Véase nota uno.

Recibido: 21/06/2016

Aprobado: 22/11/2016

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