Poética e Interculturalidad

El Popol Vuh y su simbología ancestral

The Popol Vuh and its ancestral symbology

Fredy Valiente[ 1]
Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense, Nicaragua

Revista Universitaria del Caribe

Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense, Nicaragua

ISSN: 2311-5887

ISSN-e: 2311-7346

Periodicidad: Semestral

vol. 28, núm. 01, 2022

[email protected]

Recepción: 02 Febrero 2022

Aprobación: 21 Marzo 2022



Autor de correspondencia: [email protected]

Revista Ciencia e Interculturalidad-Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense

Resumen: Este ensayo del Popol Vuh se ha enfocado en una reflexión transversal entre 1993-2004 de tipo hermenéutico, desde la documentación prehispánica y nuestra modernidad; asimismo, se nutre de la experiencia de convivencia con los pueblos indígenas de Mesoamérica, desde la óptica de los procesos de construcción de modernidad nacional democrática y los desafíos de la raigambre identitaria, cosmopraxis y espiritualidad maya; asimismo, los enfoques teóricos de Heidegger, Ricoeur y Habermas en el entrecruzamiento interpretativo de ontología, semiótica y sociedad; el nivel de profundidad es de síntesis crítica en cuanto estructura entre texto, sociedad y comunicación. El Popol Vuh es anónimo como es el caso de La Biblia, El Corán, El Tao Te Ching, Los Vedas y El Zend Avesta, por ejemplo. Los compiladores no eran más que los transmisores de la voluntad divina y de una herencia espiritual.

Traza la comprensión de su génesis, mitología, leyenda y decodificación de sus Soles de Agua cuya base es la estratigrafía geológica, los recientes avances científicos y los hallazgos arqueológicos y que, definen un rumbo más antiguo de la tipificación tradicional; a su vez se representa la simbología de la transmutación sexual, manifiesta en la criptología o cifrado en clave de sus glifos, lo confirma su Arte y rituales en epifanía a la vida. Se pretende contribuir a los procesos de reivindicación y revitalización de la cultura maya en Guatemala y brinda las coordenadas de una cartografía que permite abrir los ojos a un nuevo despertar desde la inconsciencia a la consciencia inmanente, hacia la realización de la consciencia despierta trascendente.

Palabras clave: Popol Vuh, mitología, estratigrafía geológica, alegoría de los Soles de Agua o edades protohistóricas, simbología y criptología.

Abstract: This essay on the Popol Vuh has focused on a transversal reflection between 1993-2004 of a hermeneutic type, from the pre-Hispanic documentation and our modernity; likewise, it is nourished by the experience of coexistence with the indigenous peoples of Mesoamerica, from the perspective of the construction processes of national democratic modernity and the challenges of the Mayan identity roots, cosmopraxis and spirituality; Likewise, the theoretical approaches of Heidegger, Ricoeur and Habermas in the interpretative interweaving of ontology, semiotics and society; the level of depth is of critical synthesis in terms of structure between text, society and communication. The Popol Vuh is anonymous, as is the case of The Bible, The Koran, The Tao Te Ching, The Vedas, and The Zend Avesta, for example. The compilers were merely the transmitters of the divine will and of a spiritual heritage.

It traces the understanding of its genesis, mythology, legend and decoding of its Water Suns whose base is the geological stratigraphy, the recent scientific advances and archaeological findings and that, define an older course of the traditional typification; in turn the symbolism of the sexual transmutation is represented, manifested in the cryptology or cipher in code of its glyphs, it confirms its Art and rituals in epiphany to life. It is intended to contribute to the processes of vindication and revitalization of the Mayan culture in Guatemala and provides the coordinates of a cartography that allows to open the eyes to a new awakening from unconsciousness to immanent consciousness, towards the realization of transcendent awakened consciousness.

Keywords: Popol Vuh, mythology, geological stratigraphy, allegory of the Water Suns or protohistoric ages, symbology and cryptology.

I. Introducción

El Popol Vuh, libro sagrado de la cosmología maya que fue reconstruido oralmente desde un pretérito remoto y compilado por el sabio indígena Diego Reinoso[2] y, es entre los textos del mundo prehispánico el que tiene mayor realce en el Mundo en cuanto a las transcripciones, traducciones, interpretaciones críticas y aquilatamiento polivalente de sus valores; empero que, esta oralidad se refleja en la Historia del Arte que confirma la huella de una tradición sistemática de su vida cotidiana y sus rituales sagrados en sus escenas tanto en los frescos, alfarería, escultura y pirámides que confirman lo antiquísimo de sus relatos y en el paralelismo de sus alegorías y que es una de las enseñanzas que aprendemos de Villacorta (1962b) en su tomo II de la Crestomía quiché[3]; su simbología y esplendor está ligado a la domesticación entre otros alimentos del vital maíz[4] y su vida agrícola, está unida a las estaciones que conforman una matemática y una astronomía, una psicología del Ser y la espiritualidad en una expresión integrada y esta es su cosmopraxis. A este principio cíclico de la Madre Naturaleza (diosa Ixchel) le dieron vital categoría en su develamiento para la predicción al anticiparse al saber las antesalas para la mediación psicosocial y es entre otros el objeto de la cosmopraxis del Kab´Awil porque es el augur de las dos caras y está oculto y fue establecido en los nahuales con los 20 días de cada mes que son representados por un animal, un signo, una flor, un ave o un elemento como el Sol, la Tierra, el agua, el aire, el fuego. Cada uno de estos 20 días, de los 13 meses del año, tienen su nahual.

En el Popol Vuh, se devela la experiencia de lo que es el anverso y reverso del Kab´Awil o sea de lo oculto, lo doble, lo que no se ve, pero que al mismo tiempo se ve por sus manifestaciones que por ser cíclicas a la naturaleza del Cosmos es necesario conocer los días nahuales para sabérselas en el surfear los días funestos e intensificar los de bienaventuranza.

La palabra Popol Vuh significa literalmente “libro de la estera” y se la ha conocido como Libro del Consejo de la Comunidad. Entre los pueblos mesoamericanos, las esteras o petates todavía son símbolos de la autoridad del sabio anciano y del chamán que ha trasmutado su esencia en consciencia suprema trascendente. El Popol Vuh, seguramente pictórico, a quienes algunos estudiosos como Villacorta lo ha nombrado códice Teoamoxtli (término náhuatl que significa libro sagrado). Este libro es uno no de los textos más importantes de la literatura indígena del Nuevo Mundo que comprende en sus misterios ocultos, ahora revelados, del Magno Arte de la hierofanía del ritual maya. Asimismo, la simbología de los medidores de cuentas largas denominados Soles de Agua y que se refieren a cuatro etapas de la coexistencia planetaria que acabaron con la mayor parte de la existencia humana; ahora hemos transitado del Quinto Sol de Agua hacia el Sexto Sol de Anahuac llamado del Movimiento o Meneo[5], este es nuestro Sol, en el que vivimos ahora. El sistema de cuentas largas es un esfuerzo de aclarar la prehistoria e historia como los viejos Anales de Cuauhtitlán para dar cuenta de los ciclos que debemos comprender para innovar y afianzar el inteligir de espiritualidad, ciencia y tecnología.

El Popol Vuh fue escrito en el altiplano occidental de Guatemala y, algunos datan como fecha de su escritura el S. XVI, según Cobián (1995), entre 1554 y 1558. Este libro compila un conjunto de relatos desde el génesis bíblico, los mitos de la creación de los dioses, semidioses y la leyenda épica de los gemelos, sus migraciones y genealogía se traza en un estilo polifónico que en su transversalidad enfoca el Ser, la Madre Naturaleza y el Cosmos en el devenir espiritual y el desafío en los senderos de la levedad del Ser.

Se desconocen los autores del Popol Vuh, pero hay indicios que fue escrito por miembros de la nobleza del reino quiché —que dominaba una extensa región del altiplano guatemalteco— en Kumarcaaj y que, fue quemada la capital de dicho reino fundado en el posclásico tardío por los españoles en ese mismo catastrófico S. XVI (Carmack, 2001). Se le ha rubricado esta narración mnemotécnica en calidad de compilador a Diego Reinoso, Popol Vinac, el sabio indígena que aprendió a leer y escribir en castellano; el manuscrito se hizo en lenguaje quiché con caracteres latinos. La transcripción del texto quiché al castellano fue hecha a principios del siglo XVIII por Francisco Ximénez. El fraile dominico presentó en doble columna el texto quiché junto a la versión española, y lo tituló: Empiezan las Historias del Origen de los Indios de esta Provincia de Guatemala. La primera traducción, según la historiografía fue entre 1701 y 1703 y la segunda entre 1721 y 1725.

Ximénez realiza dos versiones. Una primera literal, que no le satisface, y una segunda, más cuidada, que incluye en el primer tomo de la Crónica de la Provincia de Chiapa y Guatemala. Se conservó inédita, en su convento dominico, donde fue hallada por Ordóñez Aguiar, quien la aprovechó en otra obra. (Cardoza, 1991, p. 160)

Actualmente el manuscrito se encuentra en la colección Ayer de la Biblioteca Newberry de la ciudad de Chicago.[6]

Desde entonces, se han realizado numerosas ediciones y traducciones, entre las de relevancia se pueden citar la de Adrián Recinos, J.A. Villacorta, así como la de Miguel Ángel Asturias y J.M. González de Mendoza en 1926.[7] En cuanto a su simbología este ensayo es una cartografía donde se concluye que el esoterismo del Popol Vuh demuestra sin lugar a dudas que en el corazón de la religión y las costumbres mayas existe una filosofía espiritual con claras correspondencias no sólo con la cosmogonía y la mitología de la creación de los antiguos pueblos mesoamericanos y andinos, sino también la solución a los enigmas con la revelación de estos mitos y etapas históricas en expresión alegórica y en afinidad con otras culturas antiguas del mundo, esto es posible cuando se ha entrecruzado la antropología simbólica, la historia del arte, el estudio arqueológico y etnológico.

Sentencia el mayor escritor de habla hispánica, Luis Cardoza y Aragón:

El agua bendita no apagó el fuego central de planeta propio, de la tierra hecha por nosotros ayer. La misma de todos y otra a la vez. Las llamas se animaron, y aún el agua bendita cayó en la hoguera, tal nuevo combustible, en la ceniza jamás enfriada que caldeó la noche de obsidiana de los Procreadores, de los grandes Maestros Magos. (Cardoza, 1955, p. 164)

La gnosis maya es la compenetración de estos libros sagrados, se devela en la criptología del Popol Vuh como clave secreta para transmitir y legar a las generaciones presentes y venideras de sus conocimientos universales, en búsqueda de la paz y la fraternidad humana.

Desarrollo

Los hijos de la Luna

El Popol Vuh: Soplo primigenio de los hijos de la luna. — “Tierra”, dijeron y en seguida nació”. El verbo, la exhortación que crea el Ser, la naturaleza y el cosmos:

¡Que los pueblos tengan paz, mucha paz, y sean felices y danos buena vida y útil existencia! ¡Qué amanezca y que llegue la aurora! [...] Pareja Procreadora, Pareja Engendradora […] la predicción del encantamiento por el maíz, el tzité. “Suerte fórmate”, dijeron entonces una abuela, un abuelo. Ahora bien, este abuelo era El del tzité, llamado Antiguo Secreto, esta abuela era La de la Suerte, la de la Formación, llamada Antigua Ocultadora […] “¡Qué no haya ni uno, ni dos grupos que se queden atrás de los demás!”. (Popol Vuh, 1947, pp.12-18)

Su existencia milenaria, fluir metafísico de lo real se simboliza en un friso que encarna a Hunahpú e Ixbalanqué, los héroes gemelos del Popol Vuh. Esta pieza fue construida uno 300 a.C., en el sitio arqueológico El Mirador, al norte de Petén.[8] Pálpito de la vida y el Arte, confirma la mnemotecnia de la memoria colectiva, en esa metáfora del espacio y la transformación recíproca del individuo y la comunidad (Halbwach, 2009)[9].

Navegar conscientes en el fluir del universo de la Primavera inminente al pensativo labio del Pródigo Infante. “El Popol Vuh es el libro fundamental, la Biblia de nosotros, hijos del maíz” (p.162), sentenció Luis Cardoza y Aragón.

Los escultores del tiempo y los viejos códices

La Atlántida, origen de los mayas afrontan teorías impares: Los rusos afirmaron haberla descubierto sumergida a 600 pies bajo el punto marítimo “Ampere”, cerca de las Azores. Estas hipótesis fueron difundidas por Rainer W. Kühne, físico alemán, ya habían sido enunciadas anteriormente por autores como Adolfo Schulten, Otto Jessen, Richard Hennig, Jürgen Spanuth, Oscar Broneer y Rhys Carpenter.

El Popol Vuh, narraciones quichés; Los Anales de los Cakchiqueles y los Libros de Chilam Balam de los mayas de Yucatán, entre otros legados identitarios, recogen el pensamiento y la historia de los “primeros atlantes” en América antes de alfabetizar el Oriente y el Occidente de las civilizaciones milenarias; en sendos libros está trazado el nacimiento de las corrientes migratorias que llegaron a Tulán, al poniente, desde el otro lado del mar. Los nómadas de otros continentes por más de 40 mil años: “Sus corazones estuvieron guardados a la sombra de sus lanzas”, nos dicen los cronistas mayas en ese cantar épico de los Anales de los Cakchiqueles o Xahiles.

Antes de las culturas neolíticas de Asia

José J. Llopis (1966), dudó en la década del 60, de los cálculos arqueológicos tradicionales, en su obra Enigmas de la Antigua América, y refiere que:

Rivet estableció parentesco lingüístico y antropológico de ciertos grupos amerindios con familias raciales malayopolinésicas. Las investigaciones de Palavecino, J. Imbelloni, Bertoni y Safir, confirmaron sus puntos de vista. Actualmente, no es posible rechazar la idea de posibles inmigraciones oceánicas, a través de todas las latitudes del océano Pacífico, cuyos límites fijaron los sabios Hrdlicka, desde los 60º de latitud Norte (entre las islas Aleutianas y el paso de Behring), y Rivet, hasta más allá de los 30º de latitud meridional: es decir, casi en tierras neozelandesas. (...) Es posible que llegaran antes de la formación de las culturas neolíticas de Asia... […] Los yacimientos de Trento, confirman la existencia del hombre americano en épocas anteriores al neolítico y la era de las glaciaciones. A finales del período glaciar, existía un tipo de hombre cazador de elephas primigenius en Tepexpan (México). Cultura, denominada de San Juan, se le adjudica una prudente cronología de diez a quince mil años, mediante el método de radiocarbono. (pp. 14-15)

El cultivo del maíz, el fríjol y las calabazas, permitió al grupo nómada pasar de la caza a una vida agrícola y sedentaria, en este proceso fue manifestada la verdad del Ente: la palabra. La palabra en los mayas es cosmopraxis; se registra el vivir bien, el buen vivir y la armonía con la Madre Naturaleza o Physis, atributo de los pueblos de Mesoamérica en el libro Wewetla’tolli o Toltecáyotl[10], antiguas palabras de sabiduría de la tradición Tolteca para el buen vivir y convivir. Wewe (anciano, antiguo) Tla’tolli (palabra, discurso, tratado). Abrevar en el Popol Vuh o en los libros antiguos como el Wewetla’tolli o nombrado Huehuetlatolli[11] es entrarle a la sabiduría civilizatoria que guardaron los Toltecas, Olmecas, Chichimecas, Zapotecas, Aztecas y Mayas.

eorías del origen del hombre americano

La teoría expuesta por Alex Hrdicka, supone el origen en el Asia Oriental, cruzaron el estrecho de Behring. Establece analogías del hombre americano con las de los pueblos asiáticos, australianos y polinesios. La tesis autoctonista de Ameghino sostiene que, en el período terciario, América fue el centro donde migraron los pueblos de la Tierra. Esta teoría es inaceptable, al conceder al hombre americano una antigüedad de diez o veinte mil años. En realidad, es poco en relación con los ciento veinticinco mil años transcurridos en el Nuevo Mundo. La tesis del Doctor Paul Rivet: corriente Polinesia de población, sostiene paralelismos etnográficos entre Polinesia y América. Rivet sostiene una interpretación de las lenguas americanas por una parte y del malasiopolinésico y el australiano por la otra. Esto presupone intercambios entre América y Oceanía en épocas remotas.

Las estaciones arqueológicas y el origen de los mayas

Las estaciones arqueológicas prehistóricas más importantes de América, comprende las regiones meridional y occidental de los Estados Unidos y la mitad norte del territorio mexicano. Desde la región de Abilene (Texas) hasta la llamada cueva de la Sandía y la de Folsom en Nuevo México, en pleno dominio glacial wisconsiniano o glaciación Würm[12]. La investigación de la prehistoria avanzó en el segundo tercio del siglo XIX en Francia, especialmente por Jacques Boucher, las divisiones tradicionales son paleolítica, neolítica, edad de bronce, cobre y del hierro. Es en la Edad de Cobre cuando se empieza a datar las culturas, aproximadamente en cifras concretas, y asignar a aquellas los años de 3000 a 2500 años a.C.: época también cuando el Oriente entró en la “historia” con la formación de los primeros grandes Estados mesopotámicos y egipcios.

Los pueblos de Alemania y Dinamarca registran el sistema de los tres grandes períodos establecidos por Buckland. Ligada al estudio de la prehistoria ha estado la geología y la antropología; la estratigrafía en los Alpes fijó el número de períodos glaciares: así para la época cuaternaria este sistema tipificó los períodos glaciares (la temperatura decrece); períodos interglaciares, la temperatura es más helada. Esto es básico para el estudio del millón de años de nuestra prehistoria de los cuales sólo conocemos los diez mil años de nuestra vida “civilizada” de los diez mil millones de años de vida planetaria. A qué restringir el Ser y la ciencia en el universo de esta aventura del protoplasma.

A más de un siglo Auguste Le Plongeón, francés, supuso el origen de los mayas en la mitológica Atlántida. El filósofo griego Platón en los Diálogos, se refiere a ‘una gigantesca isla’ que desapareció en aguas del océano Atlántico, situada al poniente de Europa. El historiador hindú Valmiki, en el siglo IV a.C., en la narración épica El Ramayana también se refiere a esa grandiosa cultura que llegaron del Occidente. En los Diálogos, un sacerdote maya llegado de Sais, Egipto, al legislador Solón también atestiguó de esta civilización sumergida en el mar. Partidarios de esta conjetura: Plutarco de Queronea, Diodoro de Sicilia, el clásico geógrafo Estrabón, Teodosio Macrobio y Festo Avieno. Los mayas llegaron a América antes que los corsarios fenicios, las naves de los normandos (corsarios vikingos) y que las carabelas de Colón.

Algunos investigadores sostienen la hipótesis de que, los mayas fueron los civilizadores de Egipto y gran parte de Asia y Europa; esto por las analogías concernientes entre los ideogramas pintados por egipcios o los ideogramas de la cultura cretense, antecesor de la cultura griega en cuanto al símbolo del sol y la creación, entre otras alegorías simbólicas (Gómez, 2007a)[13].

El Popol Vuh sobrevive como los restos de un naufragio

Los mayas interpretaron la navegación de nuestro planeta antes que la actual civilización europea; pero, sorprende que en pleno avance del conocimiento astronómico no conocían el hierro, ni la rueda como medio de transporte, lo cual conjeturó Morley (1972). —viajando a una distancia de ciento cincuenta millones de kilómetros alrededor del sol y a una velocidad de 33 kilómetros por segundo—, estudiaron el sistema solar y la Vía Láctea (Wakah Chan o Sac Bé), la ciencia médica, astronómica, matemática, teogonías, arte de adivinación y las Bellas Artes. No fue casual que Sylvanus Morley, antropólogo norteamericano, sentenció (...) “La Civilización Maya la más avanzada del planeta”.

El Popol Vuh, en el génesis (no intertextual) de la creación y el diluvio fueron registrados según análisis en los núcleos de hielo en el Ártico, demostraron que en torno al 9600 aproximadamente a.C. tuvo lugar una inundación mundial. Así que su cultura fue un gran sol que tuvo que haber irradiado a la humanidad.

Luis Cardoza y Aragón (1955) sentencia:

El eslabón de nuestros pueblos, forjado por los cronistas aborígenes, se une a de los cronistas castellanos, ligando dos mundos diferentes. […]. A Diego Reynoso debemos, probablemente, parte del Título de los Señores de Totonicapán. A Bartolo Ziz, el ballet-drama El Varón de Rabinal. A Francisco Hernández Arana y Francisco Díaz, Anales de los Cakchiqueles […] Sin embargo, los nombres de estos compiladores o rapsodas no son familiares. (p.160)

Garibay (1945), se ha referido a que una de las ocupaciones de los sacerdotes era conservar, componer, enseñar, recoger y difundir aquellos cantares. Ahora sabemos que este códice está en los frisos y pinturas milenarias de la cultura maya y que el relato se manifiesta como mito para guardar verdades abisales.

Pirámides y calendarios

Las Pirámides son también elementos comunes, ya sea como templos, observatorios astronómicos, marcadores de la ruta solar, o como preservadores de la sabiduría antigua, expresión máxima de la Ley del Centro o Quincunce (4 Direcciones del Universo que se conjugan en el punto central y se elevan hacia el infinito a través de la ceiba)

Concepciones religiosas

La Trinidad Cristiana de Padre-Hijo-Espíritu Santo, es denominada por los Mayas Huracán: Caculhá-Huracán, Chipi-Caculhá y Raxa-Caculhá, formando estos tres el Corazón Cielo. Los egipcios la designan con los nombres de Osiris-Isis-Horus; los Indostánes: Brahma-Shiva-Vishnú; los aztecas como Ometecuhtli-Omecíhuatl-Quetzalcóatl. Existen pocos estudios teologales del Popol Vuh como el del génesis y creación de la humanidad, se destaca entre otros José Ignacio González (1994)[14] desde el enfoque de la teología.

La Cruz en todas sus concepciones (Esvástica, Caravaca, Potenzada, Tau, San Andrés, o sea en X, T, K, etc.), se puede encontrar no sólo en los templos y lugares sagrados, sino también en los glifos de los códices, en los adornos de los edificios, en los dibujos de la cerámica, etc., representando la unión de los dos aspectos complementarios de la creación: lo masculino y lo femenino[15] y como en el caso de la esvástica, el Jardín Cósmico en acción de creación infinita

Gómez (2007b) ha establecido un paralelismo entre las figuras de los Caduceos atribuidos en Roma y Grecia al dios Hermes o Mercurio, así como los portaestandartes de Quetzalcóatl o lo forman la pareja china; sólo cambia la forma artística, pero en el fondo representan lo mismo: la conducción de las Fuerzas Luni-Solares por sus canales específicos hasta lograr la “Auto-Realización Intima del Ser”. Los mayas perseguidos en la India por los sacerdotes brahmanes y según Valmiki expulsados, dio lugar al florecimiento de la cultura de Babilonia, Arcadia, Egipto y Grecia

Los símbolos de la Pirámide

El nacimiento de un ser es representativo en las culturas mayas y egipcias por un triángulo en cuyo vértice superior se colocaba la letra A, que significa el ahau o padre; en el vértice del lado izquierdo, la U significa la luna, o sea lo femenino y, en el vértice derecho la M o mehen, el hijo. El triángulo está asociado con la creación de las pirámides.

La Pirámide de Kukulkán, nombrada por los españoles como “El Castillo”, situada en el sitio arqueológico de Chichén Itzá fue fundada originalmente por ese mismo pueblo maya en el S. VI d.C. (Molina,1896). Según Morley (1972) es la representación del calendario civil de los mayas. Dos veces al año, los días 21 de marzo y 21 de septiembre, el templo de Kukulkán es el escenario del fenómeno equinoccial llamado “de luz y sombra” que, finalmente configuran la silueta de la serpiente Kukulcán.

La imagen la identidad a millardos de años

Durante un millar de millones de años, la corteza terrestre se había formado. La edad de las rocas se supone de tres mil millones y medio de años, así también lo confirman los isótopos radioactivos.

“A mil quinientos millones de años de un soplo a partir del ultravirus, surgió la vida. Y El Olam (Génesis, 21,33), que se traduce “Dios de la Eternidad”, y dijo: “Hágase la luz “. Soy El Que Soy” (Biblia, 1960, Éxodo, 3,14).

Según Oppy (2017) El argumentum ontologicum se connota desde el enfoque de la exégesis por cuanto este “argumento ontológico” es teológico y proveerá las razones por las cuales Dios debe existir.

Pasados diez millones de años, el primate anda, al fin es un bípedo, lo vertical en el triángulo: el hombre y el mono jamás fueron ni serán la misma identidad. En el plioceno que es la última etapa del terciario el cual se liquidó en setenta millones de años; Teilhard de Chardin escribe sobre las hordas salvajes, así de las contorsiones de la Tierra y las llamaradas de volcanes, formando el Himalaya, Andes, Atlas, Cárpatos, Alpes, Pirineos, Apeninos, así esas otras cadenas montañosas negativas, los abismos del Océano.

El significado del alfabeto griego

Le Plongeón pregonó la hipótesis que el alfabeto griego constituye un texto maya que relata la tragedia de un continente que desaparece. La correspondencia entre los nombres de las letras del alfabeto griego y su significado en idioma maya, nos da una sorprendente clave sobre uno de los misterios más grandes de la antigüedad: la desaparición de la Atlántida.

Le Plongeón supone que las palabras dichas por Jesucristo en la cruz: Helí lamah zabac tani, fueron en idioma maya. Ha dicho que estas palabras no significan ni mucho menos “Padre, por qué me has abandonado”. Recurriendo al Diccionario thael maya-español, las palabras formarían la frase: “Al fin voy a sumergirme en la alborada de tu presencia”.

Al fenómeno de la similitud de palabras entre el latín, el lituano y las lenguas teutónicas se le conoce como descubrimiento de la Ley de Grimm y los idiomas del mundo tienen palabras de origen maya, en un 40% el japonés, destaca con una gran proporción el idioma hindú. Los descubridores de este fenómeno lingüístico fueron Friedrich von Schlegel y Rasmus Christian Rask, pero fue Jacob Grimm (uno de los hermanos) el primero en formularla en 1822 tal y como se la conoce actualmente por este alemán que, hizo notar las diferencias entre los idiomas. Fue tan sólo en 1961, durante una reunión del Congreso de Matemáticas de la extinta Repúblicas Soviéticas, cuando se anunció la comprensión de las inscripciones y textos mayas, a través de sistemas electrónicos.

La academia reconoce a Yuri Valentinovich Knorozov, quien rescató de la Alemania nazi (Biblioteca Prusiana de Berlín) dos libros. Knorozov escribió los Principios para descifrar los escritos mayas. Declaró que es una leyenda la que cuenta que rescató los libros: La relación de las cosas de Yucatán y Los códices mayas de un incendio que consumía la Biblioteca Prusiana.

Es una leyenda. No hubo ningún incendio. Las autoridades alemanas prepararon la biblioteca para su evacuación y tenían que llevarla supuestamente a los Alpes, en Austria. Los libros colocados en cajas estaban en medio de la calle. Entonces escogí dos. (Baltazar, 2018, párr. 17)

l diluvio universal

En la tradición judeo-cristiana, el diluvio es narrado en el Génesis (Génesis 7:2). En el artículo titulado: El mito maya del diluvio y la decapitación del caimán cósmico, Velásquez (2006) nos ilustra

El descubrimiento, en 1999, de la plataforma glífica del Templo XIX de Palenque (Stuart 2000a), abrió las puertas para comprender nuevos aspectos de la mitología maya clásica. Consagrado durante el gobierno de K’inich Ahkal Mo’ Nahb’ III,2 en 734 d. C., inicia con una narración de sucesos cósmicos que ocurrieron en el último b’ak’tun de la creación anterior. Estos incluyen la entronización del dios GI en el cielo, bajo la supervisión de Yax Naah Itzamnaaj, el 10 de marzo de 3309 a. C. […] […] Es bien conocido que la escena del diluvio precede a las páginas de año nuevo en el Códice de Dresde (pp. 25-28), entre cuyas ceremonias se encuentra la erección de árboles en las cuatro esquinas del mundo. Como ha notado Taube (1995: 72-73), la narración del diluvio precede también a las ceremonias de año nuevo en la Relación de Landa, y al mito cosmogónico de la erección de los árboles en los libros de Chilam Balam de Chumayel, Maní y Tizimín, lo que corrobora la idea básica expresada en la plataforma del Templo XIX de Palenque, en el sentido de que la inundación desencadenó un proceso de destrucción y renovación cósmica. […] El mito de la gran inundación y la decapitación del lagarto, que está documentado desde el siglo VIII, en Palenque, hasta el siglo XVIII, en los libros de Chilam Balam, tuvo importantes variaciones a lo largo de esos diez siglos. (p. 1

Mesoamérica, tierra del Popol Vuh

Dos son las vertientes de la alta civilización en el continente americano: la vertiente del Pacífico, en América del Sur, y la región Mesoamérica. Estas civilizaciones florecieron y fueron brutalmente destruidas por cambios geológicos o por la conquista española, actualmente por el neocolonialismo de los imperios.

El concepto Mesoamérica, más que indicar un territorio es un término cultural, un conjunto de rasgos compartidos por la pluridiversidad de grupos humanos, pero con un origen común. La ciencia calcula entre 70,000 y 28,000 años a.C., conocida geológicamente como subestadio glacial altoniense, cuando por efecto de las glaciaciones, el nivel del mar bajó considerablemente y lo que hoy es el Estrecho de Bering formaba un puente terrestre que unía Asia con América.

Grupos de cazadores nómadas provenientes de Siberia, al perseguir a los grandes animales hoy extintos, cruzaron Alaska y, arribaron al nuevo continente. Fueron varias oleadas de distintas poblaciones[16] de migrantes que bajaron hasta el extremo sur, proceso que duró más de 20,000 años. Las huellas biológicas se remontan a 30,000 años en Alaska y Canadá; 27,000 en California; 22,000 en México; 14,000 en Venezuela y 9,000, Patagonia.

Maíz, frijol, calabaza, amaranto y chile, fueron el salto-originario (Ur-sprung). Fueron poetas, filósofos y astrónomos que conocían la Physis o Madre Naturaleza y los cambios cíclicos, así la psicología del Ser ligada a la Tierra y las estrellas. La observación de Venus fue objetivación de los cereales y legumbres[17], anudaron años y lo esculpieron en sus piedras, huyendo del abismo (Ab-Grund) y de lo infundado (Un-grund). Descubrieron la Vía Láctea (Wakah Chan o Gran Sacbé)[18], camino blanco, y entonces el fundamento del Ente en cuanto tal se manifestó a sí mismos, objetivado en la imagen y la voz. El hombre se constituyó en el signo del Ser, el sedentarismo incipiente originó pequeñas comunidades rurales. El pensar obediente a Tzacol Bitol (Creador y Formador) y la Alom-Qaholom (diosa Madre), según el Popol Vuh.

La verdad les fue revelada y desarrollaron la observación astronómica, el ritual religioso, el uso del calendario, la agrimensura que brinda origen a la arquitectura y los sistemas de irrigación y la planificación urbana, la escritura, el ritual del juego de pelota. El logos les permitió el politeísmo para no olvidar y agradecer a un Dios (Barrera et al., 1980) único y verdadero Hun Hunab Ku: Único dios y era el mayor de los dioses de Yucatán, y no tenía figura, también se conoce como Itzamná, el dios maya de la creación.

El territorio ocupado por mayas abarca unos 325,000 kilómetros cuadrados delimitados en tres áreas de Guatemala: meridional, central y septentrional; Belice, parte occidental de Honduras, El Salvador y los Estados mexicanos de Chiapas, Campeche, Yucatán, parte de Tabasco y el territorio de Quintana Roo. El territorio es punto de intersección del mundo como medio de comunicación y comercio interoceánico del mundo; según el investigador Polo Cifontes, el centro de la medición del planeta está en Cuilapa, Santa Rosa. Los idiomas que hablan lo conforman 22 de origen maya y suman 25 con el español que es el idioma oficial, más el xinca[19] y el garífuna.

Es evidente la unidad de sus concepciones religiosas, vestimenta, concepciones estéticas y científicas. Erick Thompson connota el sentido de medida de equilibrio que los mayas tenían como concepto filosófico y ético; esta deontología les permitía valorar con justa proporción.

Ruz (1995) ha afirmado que poseían un calendario originalmente pictográfico que luego se transformó en ideográfico. La cultura maya en Mesoamérica se sitúa hacia el año 2,000 a.C., significa que abarca una duración de unos 35 siglos y comprende geográficamente la cultura de los tarascos, la clásica del centro de México, la olmeca o de la Venta (localizada al sur del actual estado de Veracruz y al norte de Tabasco), las culturas de Oaxaca y por supuesto la cultura maya la cual se ha clasificado tradicionalmente en tres períodos.

La cultura un espejo en el Popol Vuh

El crecimiento cultural de los habitantes de América Central, coincidió con los inicios de la vida agrícola, durante la cual se supone se cultivó el maíz — Ixim en todos los idiomas mayas —. Viajamos en el túnel del tiempo a más de 20 mil años a.C. Quererse formar una imagen de todo no sólo es afán griego sino maya; nada más placentero que el arte de saber contemplar. Fue en estas tierras que Colón pensó eran parte de las Indias, donde presencia “nativos en las islas y Tierra Firme” que habitaban dos grandes zonas nucleares: en la parte sur del continente florecía la cultura Incaica del altiplano del Perú, y en Mesoamérica las antiguas civilizaciones maya, mixteco-zapoteca de Oaxaca y náhuatl (tolteca-azteca).

El Popol Vuh: génesis, mito, fábula, leyenda, linaje, historia que registra la domesticación del maíz, de su vida alfarera y agrícola, describe ese proceso intermedio de cambio de una vida nómada —que vivían hace más de 20 mil años en el antiguo México—, al cambio de una vida sedentaria de simples recolectores, o cazadores del mamut y de otras especies prehistóricas. El cambio de la vida nómada a sedentaria a través de la domesticación; además del cultivo del maíz, las diversas especies de calabazas, el fríjol, el tomate, el cacao, aparte de numerosas fibras y de una de las especies de algodón, nos refiere Bernald Díaz del Castillo en su obra La Verdadera Historia de la Conquista de la Nueva España, donde refuta lo afirmado por López de Gómara sobre la conquista. La memoria del polvo genésico del Popol Vuh, es la visión en nuestro primer sol. Nuestros Soles de Agua es la idea de algo viejo (zóltic).

l Popol Vuh y el arte de los hierofantes

El Popol Vuh —historia heroica, saga de los hombres quichés, realidad y leyenda— penetra en el tiempo de la cerámica más arcaica, hasta los cimientos de los templos. Un corte en la tierra maya, donde descubrimos diversos estratos y fases de cultura. Un corte en el cerebro maya, donde encontramos las más provectas ceibas y las enredaderas más jóvenes. […] El carácter único del Popol Vuh, se realza por el hecho de ser “una de las más puras formas que existen en la matinal palabra del hombre. -Sentenció el Maestro Luis Cardoza y Aragón (2002)- (…) Del viaje a miles de años atrás y del cambio de ambiente tan radical, emerge la sorpresa. (p.16)

sorpresa. (p.16)

El varón español miró otra vez como un ensueño en “el rincón del ángulo oscuro” a sus treinta y dos años y con dominio del latín y del quiché entre otras lenguas mayas que aprendió en el convento de dominicos en Guatemala. Lo observó como cuando el cosmógrafo encuentra la bitácora, el astrolabio, la brújula y sextante. El Aleph era un extraño objeto donde en uno de sus puntos se podían ver al mismo tiempo todas las partes del universo —este es Borges—: El Manuscrito original e hirsuto estaba en el rincón entre los papeles de la curia, tomó entre sus manos el Popol Vuh[20] y sacudió el polvo de los últimos cien años donde lo habían guardado. Ximénez leyó, su voz fue una alborada, una viva imagen que se escuchó aquella mañana en lectura a su primera parte:

“Todo estaba en suspenso: todo en calma, en silencio. No había nada que se moviera, ni hiciera ruido en el cielo; solamente había inmovilidad y silencio en la oscuridad. Solamente el agua limitada” (Recinos, 1947, p. 23).

[…] E indagando yo aqueste asunto, estando en el Curato de Santo Tomás Chichicastenango, hallé que era la Doctrina que primero mamaban con la leche y que todos ellos casi lo tienen de memoria y descubrí que de aquestos libros tenían muchos entre sí… […] (Popol Vuh, 1947, p. 7)

Francisco Ximénez, nacido en Éjida, Alta Andalucía el 28 de noviembre de 1668. Ahora tenía entre sus manos el texto manuscrito de la más alta hierofanía, que lo llevaría al viaje de un pasado remoto y sepulto[21]. “El manuscrito original del Popol Vuh fue descubierto a principios del siglo XVIII”.[22] El fraile dominico encontró el manuscrito entre los años de 1701 a 1703 cuando se hizo cargo del curato de Santo Tomás Chichicastenango.

El Popol Vuh son las voces en el túnel del tiempo. ¡Aún lo oigo! Ya están en el juego de la pelota los Ah Pop, los Vucub, escucho sus mágicas palabras. “Se oye la lanzadera del mito tejiendo la urdimbre de nuestros pasos en el alba.”

l simbolismo transforma el fenómeno

Los trabajos sobre religión mesoamericana adolecen de esa lente para sí según Eliade (2009): “el fenómeno religioso debe ser considerado en sí mismo, en lo que tiene de irreductible y de original” (p.20) —Tratado de Historia de las Religiones— Los otros estudios de la ciencia son auxiliares para una metodología de tal categorización. Otro tabú es el considerar a la religión mesoamericana como fenómeno aislado del contexto universal, por aquella fobia a las generalizaciones superfluas. Hoy en día se habla de una dimensión común.

Peculiaridad del símbolo es revestirse de doble o múltiple sentido, consecuencia que en el campo fenomenológico de lo oculto o criptotipo[23] que constituye el objeto de conocimiento tácito y requiere de una interpretación de tal identidad cognitiva; en este caso una Metafísica de Mesoamérica que es la iniciación de una experiencia propia, no transferible. Historiográficamente, estos iconos los encontraremos en todas las sectas esotéricas con sus códigos. Los ideogramas fueron adecuados para representar conceptos metafísicos tales como el de Dios simbolizado por un Sol, el de movimiento u Ollin, según el Diccionario Náhuatl-español (Thouvenot, M. 2014)[24]; el de la vida o yoliliztli, etc.

Investigadores recomiendan estudiar los originales textos prehispánicos, meritorios son los trabajos monográficos de filólogos como Paso y Troncoso, Eduard Seler, Pablo González Casanova y Walter Lehmann; arqueólogos como Manuel Gamio, George Vaillant, Alfonso Caso y el americanista León Portilla, M. (2009) quien es uno de los mayores estudiosos del mundo nahuatl, proceso de la invasión colonialista, el mestizaje y el sincretismo: “Ya se van acabando los indios, recién acabada de llegar la fe estaba el patio de la iglesia lleno y apretado de gente, cuando se juntaban, y a veces no cabían”[25] (p. 84-85).

Acotaciones al Popol Vuh

Se acota reflexiones del Popol Vuh desde su estructura en tres episodios: primero, la creación del Ser y del universo que es la referencia no intertextual de los antiguos libros del mundo; la segunda estructura es la leyenda de los niños prodigiosos, Vucub Hunah-pú e Ixbalanqué, lucha entre el bien y el mal; la tercera, es la historia y genealogía, el árbol que acuña la descendencia. Entrar al mundo maya a través de ese corte transversal de las raíces milenarias.

La aguja del reloj recorre su órbita, estamos a finales del siglo XX y sabemos: que tanto los grandes centros rituales Tikal, Palenque, Uaxactún, Piedras Negras, Yaxchilán, Bonampak, Palenque, Copán, Quiriguá; los monumentos clásicos de Monte Albán en Oaxaca, y en el centro de México, se desplomaron a fines del siglo IX, muy cercano al colapso de Teotihuacán[26].

Cardoza y Aragón (1955), ha manifestado que:

El viejo Imperio decayó por motivos que se ignoran: supersticiones que los hicieron abandonar las urbes o imposibilidad material para vivir por agotamiento de las tierras que ya no producían suficiente maíz o por epidemias y guerras intestinas. Paúl Valéry, hiperboliza: Una civilización aniquilada por un mosquito. (p. 146)

La desintegración de la civilización maya se precipitó por tres sequías que ocurrieron alrededor de los años 810, 860 y 910, coinciden con las tres fases del colapso de esa cultura. Los científicos han señalado que, en el análisis del titanio de los sedimentos acumulados en la Fosa Cariaco, Venezuela, se “refleja las variaciones del arrastre de los ríos y ciclo hidrológico”, asimismo de las variaciones del cambio climático (Núñez, 2016), de América Central, de lo cual también se ha deducido que fue la muerte del esplendor clásico en Mesoamérica, hasta hace poco inexplicable. El Popol Vuh es ese soplo primigenio de cuando ni el Sol ni la Luna se movían. Fue cuando los dioses hablaron... Así está visto en los códices que servían para fijar la memoria, para avivar la imaginación.

El mito portador de conocimiento científico

En todo ‘Mythos’ late un logos que exhorta a su interpretación. El mito es una de las formas del lenguaje más antiguo y trata de actos de seres divinos, diferenciado de la leyenda en que ésta trata historias de héroes. La gran mayoría de los mitos refleja el proceso del orden natural: el solsticio de verano y el de invierno, el tiempo de segar las mieses porque ha llegado primavera, los movimientos de las estrellas, etc. En vista de su íntima asociación con la poesía, el mito merece estudio como posible vehículo de verdad.

Mito proviene del griego Mythos y significa: palabra, discurso, consejo, fábula. Pero en su definición más acabada es un vehículo portador del conocimiento científico de la época antigua, de las concepciones epistemológicas, es decir del espíritu del tiempo. El mito puede ser una revelación de una causa primera. El mito de Prometeo, por ejemplo, tal como lo narra Esquilo en su tragedia, y se le califica de bienhechor, porque al robar el fuego de Hefaistos en Lemnos y traerlo a los hombres en una rama de hinojo, les dio los medios de dominar la naturaleza. El mito es la facultad de los dioses de poder autoidentificarse, esto es la percepción más íntima del autoconocimiento.

Según los Textos gnósticos (Piñero et al., 2007), está escrito que: “Quien es ignorante, «creatura del olvido», (Evangelio de la verdad) no puede experimentar satisfacción. Una persona así, sólo vive en deficiencia” (Diálogo del Salvador, p.177).

El lenguaje mitológico cala más hondo que cualquier estilo literario en el corazón del pueblo, porque contiene esa presencia metafísica desde la perspectiva de Derrida, la identidad del Ser, el diálogo con lo indefinido de cara al rostro del otro, la esencia, lo sobrenatural de un modo sutil, por esta razón ha perdurado por siglos en su memoria histórica y colectiva

El mito, está más allá del pensamiento discursivo

Entraremos al caleidoscopio de la hierofanía, porque según Eliade (2009):

Todo lo que es insólito, singular, nuevo, perfecto o monstruoso se convierte en recipiente para las fuerzas mágico-religiosas, y según las circunstancias, en objeto de veneración o de temor, en virtud del sentimiento ambivalente que provoca constantemente lo sagrado. (p. 37)

Karl Jung en obra Símbolos de transformación de la libido (1912)[27], interpreta las expresiones del psiquismo inconsciente, y revela su sentido profundo. Para él, la mayor parte de la psique del hombre es inconsciente, y lo inconsciente tiene dos contenidos: el que es parte de la experiencia del sujeto, que se olvidó o reprimió, y el que nunca fue consciente, o sea, el legado propio de la humanidad. Llamó al primero inconsciente personal y al segundo, inconsciente colectivo o arquetípico. Jung considera que el arquetipo (…) es una tendencia heredada de la mente humana que le lleva a formar representaciones de temas mitológicos; representaciones que varían en gran medida sin perder su estructura básica. Jung dice que lo que tenemos en el fondo de la fantasía, antaño estuvo a plena luz.

“El Popol Vuh […] Es una bitácora, una brújula. El plan de un rumbo y la descripción del mismo, con finalidad poética, es decir, hambrienta de perentoria verdad práctica” Cardoza (2002, p. 18). El Popol Vuh es el relato de la hierocracia maya que encierra uno de los más bellos y novedosos mitos de la creación que se haya escrito en todo el planeta (Mytopoyética), sentenció Mario Monteforte Toledo. ¿Quién no habría de sentir vértigo y asombro ante el primer resplandor del caos y la Poíesis?

énesis y la identidad cero

Es el punto de partida del número identidad, el cero. Categoría filosófica matemática, abstracción de un orden en el universo. El cero, se parte en quietud contrario al relato sacerdotal hebreo. Todos los conceptos que denotan movimiento, es decir, vida, están neutralizados por conceptos contrarios, por lo que la energía sagrada que anima al cosmos es energía generadora que, lleva en sí misma una armonía de contrarios, el poder de la muerte.

La totalidad del universo estaba

en suspenso, en calma, en silencio,

inmóvil y vacía la extensión del cielo.

Popol Vuh

Los animales son asociaciones de los niveles cósmicos, al tiempo, energías vida y muerte; son epifanías de los dioses y al mismo tiempo sus compañeros, intermediarios con lo divino. También asociadas a las cuatro direcciones cósmicas, están las ceibas, árboles sagrados de los mayas. En cada una de ellas se posa un ave cósmica, del color de cada una de las direcciones terrestres.

Esta naturaleza se expresa así en los Libros del Chilam Balam, Chumayel, (Anónimos, S. XVI-XVII)[28], después de uno de sus cataclismos:

Al terminar el arrasamiento se alzará Chac Imix Che, la ceiba roja, columna del cielo, señal del amanecer del mundo, árbol del Bacab Vertedor […] Ceiba-amarilla... allí se posará Kan Tan Picdzoy, pájaro-de-pecho-amarillo... Se alzará también Yaax Imix Che, Ceiba verde, en el centro […]. (p. 92)

En la religión maya, el hombre no es el centro de la naturaleza, sino que es parte de ella. Quizá el más consciente, porque se maravilla y agradece al “Rajawal Uwinaquil”, a Tzaqol Bitol y Alom Qaholom. La antropomorfización de los elementos es la bondad de ese consejo de dioses. Los seres correspondemos dialécticamente al cosmos, por eso Ixchel asiste con su calendario lunar, su ciclo de nueve meses corresponde a la gestación humana.

Los veinte días del mes maya

Juro a vuestras majestades que no existe en el mundo

un pueblo más bondadoso que este, ya que Atila me parece

civilizado al lado de los salteadores

europeos, atraídos por el oro…

Cristóbal Colón (Historia del descubrimiento de América

El conjunto de los símbolos de los días del calendario sagrado-materno maya son 20 y se representan por 20 nawales contados del 1 al 13 que forman el mes maya. 13.20 es igual a 260 días o sea un año lunar.[29] La ruina de Tula hacia mediados del siglo XI d.C., fue registrada en los antiguos Anales de Cuauhtitlán (2014), donde leemos claramente esto:

Se decía, se refería, que cuando gobernaba,

al tiempo en que estaba el primer Quetzalcóatl,

el que se nombraba 1-Caña; entonces nunca quiso los sacrificios humanos. Pero después, cuando estuvo gobernando Huémac, comenzó todo aquello que luego se hizo costumbre.

Esto lo empezaron los hechiceros [...]. (folio 4)

El sacerdote Quetzalcóatl, enemigo de los sacrificios humanos fue obligado a exiliarse en este siglo XI d.C., con otros toltecas que guardaban el culto de amor a la vida, se dispersaron por el Valle de México, se constituyeron en los lejanos parajes como Chichén-Itzá en Yucatán. Hay modificaciones en la fisonomía política, en toda la zona central y meridional de México. Luego la barbarie de los aztecas se fue abriendo brecha con los sacrificios humanos porqu

Huitzilopochtli[30], dios de la guerra, señalaba el camino a seguir:

— Yo os iré sirviendo de guía,

yo os mostraré el camino.

Este era el ambiente despótico de las teocracias y pago de tributo impuesto por el ‘Imperio Azteca’. Según la historiografía de Mesoamérica, cuando llegaron los españoles el jueves santo de 1519 a Chalchiuhcuecan, que llamaron San Juan de Ulúa, en las costas de Veracruz. El 8 de noviembre de 1519 contemplaron Hernán Cortés y su gente por vez primera el corazón del México Antiguo: el valle con sus lagos y la gran ciudad de México-Tenochtitlán.

Bernal Díaz del Castillo (1983) describiría a estas ciudades como “aquella calzada tan derecha y por nivel cómo iba a México, nos quedamos admirados, y decíamos que parecía a las cosas de encantamiento que cuentan en el libro de Amadís” (pp. 337-338).

Un sol de agua y las visiones interpretativas

La valoración cosmogónica del Popol Vuh debe compenetrarse en su esencia, yendo más allá de los distintos códigos de su estructura sin menosprecio de estos que subyacen en los primeros planos interpretativos. Aportes otorgados por los estudiosos Rafael Girard y J.A. Villacorta (1962a), que ven en el texto una alegoría sobre el desarrollo de la sociedad maya-quiché, para ellos esas etapas están simbolizadas en determinados episodios y corresponden a un sol o etapa completa. Sólo que un autor ve 6 soles (Villacorta) y otro ve sólo 4 (Girard). Para Villacorta, las etapas que están simbolizadas son las siguientes: A) Salvajismo; B) Barbarie; C) Etapa de cultura apreciable; D) Época oscura; E) Período sedentario agrícola; F) Gobiernos teocráticos. Para Girard, los períodos históricos culturales son los siguientes: A) Nomadismo (caza-recolección); B) Recolección de alimentos; C) Matriarcal hortícola; D) Patriarcal agrícola. Ambos autores, pues, ven en el Popol Vuh un documento válido para reconstruir el desarrollo de la sociedad maya-quiché, y todavía más, de las sociedades americanas en general.

El concepto “Sol” en el Popol Vuh hay que entreverlo como período largo marcado por la destrucción de una civilización humana. Edad Tlaltonatiuh o Sol de tierra, duró este sol nahoa 5,206 años; Edad Atonatiuh o Sol de agua, duró este sol nahoa 4,008 años; Edad Tletonatiuh o Sol de fuego, duró esta edad o Sol nahoa 4,804 años; Edad Ehecatonatiuh o Sol de viento, duró esta edad o sol nahoa 4,010 años.[31]

En una antigua recopilación de Anales de Cuauhtitlán (2014, fol. 4-5) leemos: “Se refería, se decía que así hubo ya antes cuatro vidas, y que ésta era la quinta edad”.

Para el pensamiento maya el mundo ha existido no una vez, sino varias veces consecutivas en ciclos. Para ellos habían existido ya cuatro soles y cuatro tierras, antes a la época presente, designada la presente como “Sol de movimiento” o Quinto Sol del ‘meneo’ y se le rindió culto en la fundación de Teotihuacán. En estas edades llamadas “Soles”, había tenido lugar una evolución en espiral, cada vez aparecieron formas mejores de seres humanos, de plantas y alimentos. En el Quinto Sol aparece Quetzalcóatl y puso maíz en los labios de los primeros hombres, Oxomoco y Cipactónal, pareja de abuelos cultivadores del maíz.

La sagrada memoria de los abuelos: “Ya no existe lo que se veía en el Popol-Vuh”, esto es tlamachiliztli o tlamachilizyotl que se traduce como sabiduría, es su representación Huehueteotl (el dios antiguo), a quien guardarán los tres, Mixcoatl, Tozpan e lhuitl.

El Varón de Rabinal, ballet-drama, escueto argumento y autóctono, sin huella de cristianismo, con otros libros guatemaltecos, entre los cuales se destacan el Memorial de Sololá (Anales de los Xahil o Anales de los Cakchiqueles) y el Título de los Señores de Totonicapán y el Popol Vuh tienen calidad impar, tanto como el Códice de Dresde, Tro Cortesiano y el Peresiano.

Tula, capital de la nación tolteca, entre brumas todavía hoy, es centro matinal de la diáspora de los pueblos que migraron hacia el sur para asentarse en nuestras tierras.

Refiere el maestro Cardoza (2002):

Tula, hace pocos lustros identificada, con bastante certeza, en las hermosas ruinas del tal nombre en el Estado de Hidalgo –al norte y no muy lejos de la capital de México -, es la ciudad legendaria de las siete cuevas o barrancos de Quetzalcóatl, Chicomoztoc de los aztecas y Tulán Ziván de los quichés. (p. 6)

La creación de la tierra

Gaia, la Tierra, estaba sumergida en los océanos, Huracán la fecundó bajo el agua y la fertilizó, luego la hizo emerger. Hubo gran estruendo, relámpagos, polvareda e inmediatamente surgió la vegetación junto a la actividad emergente de la Tierra.

El sol, la luna y las estrellas, aparecen en el mismo día como glorificación de los dioses Hunah-pú e Ixbalanqué. Después que ellos sobresalen vencedores de la lucha contra la familia de los dioses telúricos y los dioses-Señores de Xibalbá (o dioses de lo negativo).

El Popol Vuh nos relata la saga mitológica de la lucha entre los descendientes de Ixpiyacoc e Ixmucané y la familia de los Dioses telúricos. Esta lucha era para pacificar la tierra, estableciéndose las condiciones para el amanecer y la vida del hombre.

Familia de los dioses héroes

Los dioses abuelos, tuvieron dos hijos: Vucub-Hunahpú era soltero, por eso no tuvo hijos. Hun-Hunahpú enviudó y en Xibalbá, en una peculiaridad de la mitología se unió a Ixquic, a la cual escupiéndole la palma de la mano embarazó, Ixquic tuvo de Hun-Hunahpú dos hijos: Hunah-pú e Ixbalanqué.

Los dioses telúricos son vencidos por los gemelos

Hunah-pú e Ixbalanqué llegaron a ser dioses constitutivos de la luna y el sol. Es por esto que se le llamó a Ixpiyacoc e Ixmucané, los abuelos que representan el sol y la luna.

La actuación de los dioses telúricos Hunbatz y Hunchouen, era blasfema delante de Huracán, puesto que eran vanidosos y además Zipacná había dado muerte a cuatrocientos muchachos llamados Metz.

Algunos sabios o Tlamatinime, en los textos indígenas de los siglos XV y XVI, de acuerdo con su interpretación, las diversas divinidades no son en el fondo sino símbolos de las varias fuerzas naturales, el agua, el viento, el fuego y la tierra, que hacen manifiesta la acción de un solo principio supremo.

Los dioses ‘niños-héroes’ vencen a los señores de Xibalbá

Seis parejas de señores gobernaban Xibalbá (mundo subterráneo), al cual se tenía acceso a través de una escalera, se pasaban varios ríos entre ellos uno de podredumbre y otro de sangre. En esa región subterránea habitaba el pájaro Molay o pájaro de la muerte. Por medio del camino subterráneo se llegaba a una encrucijada de cuatro caminos cuyos colores eran el blanco, negro, verde y rojo. El camino negro conducía a la aldea de Xibalbá. Los colores de los caminos representan los cuatro puntos cardinales. El Popol Vuh dice que Hunah-pú e Ixbalanqué conocían estos caminos. Esta imagen es con seguridad tomada del recorrido de los astros en el fenómeno de los eclipses.

Xibalbá era una región de seis casas, fenotípicas del sufrimiento exógeno y endógeno, cada pareja de señores es jefe de una de ellas. Tiene un juego de pelotas y bellas flores. Ahí fueron destruidos los primeros Vucub Hunah-pú, por no dominar el fuego, el misterioso arcano, el Jesod en hebreo que es el árbol de la vida, por eso fueron destruidos en la séptima prueba. Los descendientes de los Vucub logran vencer a los señores de Xibalbá porque dominan el fuego que es cuando del agua se hace energía y el relámpago ha iniciado su camino desde la primera hasta la última vértebra hasta fecundar a la sacerdotisa Ixquic. Es la serpiente emplumada y es el vuelo extático del chamán el cual es indescriptible e intransferible al transformarse ora en pájaro-quetzal, ora en jaguar, éxtasis de su transformación. Por eso los señores de Xibalbá envían a decir: Varal tah coh chaah vi, vvcubix coh etzanic (Aquí queremos pelotear con ellos, en siete días jugaremos).

Las casas de Xibalbá

Este desafío a los seres humanos es presentado por las seis casas de Xibalbá:

1. Casa Oscura, gobernada por Huncamé y Vucubcamé: Jueces, Gobernantes; 2. Casa de las Navajas, gobernada por Xiquiripat y Cuchumaquic; Padres de Ixquic (segunda esposa de Hun-Hunahpú), causantes del derrame de sangre en los hombres; 3. Casa del Frío, gobernada por Ahalpuh y Ahalganá: responsable de la hinchazón, las infecciones purulentas de las piernas y la palidez del rostro, causan la enfermedad llamada Chuganal; 4. Casa de los Tigres o Jaguares: Chamiabac y Chamiaholom, son los alguaciles de Xibalbá. Causantes probablemente del Cáncer, ya que hacen adelgazar al hombre hasta causarle la muerte; 5. Casa del Fuego: Ahalmez y Ahaltocob: Causan las desgracias en el camino a casa; 6. Casa de los Murciélagos Camazotz, Xic y Patán: Causantes de la muerte repentina; 7. La séptima es el sometimiento al fuego. Si renaces es la inauguración de Ku-Kul-Kán o Gucumatz, es esa unidad pontifical: At, huracan, at pu chipi caculha, raxa caculha : “ tú , Huracán, tú poderoso surco del relámpago, rayo fuego salido del agua.

La cruz foliada

La cruz maya es un símbolo abstracto de la serpiente, la cual ha sido estudiada desde la perspectiva de la historia del arte, es decir en función estética, cito autores: Tatiana Proskouriakoff, Martha Foncerrada, George Byron Gordon y Herbert Spidenfoliad.

Evidente, la simbología de nuestros ancestros y de nuestra actualidad ritual: la cruz foliada, la greca y el círculo es simbología de la rosa sacra, ascensión que está representado por el coxis. Este “misterioso” arcano, es la aprehensión misma de un estado de consciencia superior logrado a través de la transmutación sexual. Asistimos ante un símbolo: la cruz, con un valor distintivo en cuanto al atribuido tradicionalmente.

Unidad de origen y concepción

La unidad de concepciones y origen maya es indiscutible desde un pasado sepulto. El texto es antiquísimo, ―por lo menos diez mil años tienen las referencias al escenario de los tiempos prehistóricos y la historia[32] de Mesoamérica―. Como fuente de conocimiento escrito, seguro pertenecen al conjunto de los códices clasificados de pre-hispánicos como el kumatzim Wuj Jun que es conocido como Códice de Dresde y que es un tratado de astronomía; el Tro-cortesiano, texto de adivinación; el de París (Códex Pérez, ritualista).

Sabio indígena que era Popol Vinac (Diego Reinoso)

El maestro José Antonio Villacorta ponderó como posible autor del Popol Vuh a un sabio indígena quiché contemporáneo de Oxib-Queh y Beleheb- Tzii, últimos reyes autóctonos del Quiché que murieron quemados por orden de Alvarado, en la propia Kumarcaaj, en aquel trágico año de 1524, porque en defensa de su patria quisieron aniquilar al ejército español; el sabio indígena Diego Reinoso, Popol Vinac, Hijo de Lahuh-Noh, de la familia real.[33]

Pervive en el Popol Vuh, la «Biblia de los quichés»:

Sed de eternidad y sed de mito y verdad práctica, como en toda poesía que no se marchita nunca [...] un río de miel alimentó el ludión pulsátil olvidado de sí en la plácida somnolencia, definida con más sabiduría que la geometría de los cristales. […] — Sentenció Cardoza y Aragón —. […] Sin Bernal Díaz del Castillo, Rafael Landívar, José Antonio de Irizarri, José Batres Montúfar, José Milla; sin Enrique Gómez Carrillo, sin Miguel Ángel Asturias, sin la obra de los guatemaltecos indios, antes que nada, con el Popol Vuh y demás creaciones, estaríamos en cueros, todavía a los dioses indígenas les llamamos ídolos. (Cardoza, 1955, p. 160).

Aluciné como profeta y en mi sangre fluye el néctar y ambrosía: Guatemala. Inédito abro la ventana de mi corazón: “¡Ay, las hermosas palabras que si se van... que no se irán! .

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Notas de autor

1] Licenciado en Arte y Letras, profesor universitario en Sociología, Filosofía y Lingüística. Investigador asociado de IRIPAZ y secretario de la Asociación Guatemalteca Pro-Naciones Unidas (2000-2001). Editor general de la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense

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